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El médico no tiene horario de trabajo ya que los accidentes, dolencias, y sobre todos los partos pueden ocurrir a cualquier hora.
Así la madre de un niño asmático puede llamar desesperada a las tres de la mañana y el herido de bala llega a la sala de emergencia a cualquier hora pero los minutos cuentan para salvar esas vidas y el médico no se puede oponer a llevar sus conocimientos a quienes lo necesitan.
A pesar de todo, la vida del médico es muy gratificante ya que los pacientes saben ser agradecidos y el médico goza de una apreciación y respeto muy especial que nace del corazón de aquellos a quien ha curado.
Algunos todavía piensan que el médico que triunfa es solamente aquel que ejerce en el extranjero, y yo les pregunto: ¿De qué le sirve a nuestra sociedad invertir en la educación de una persona que termina ejerciendo su profesión para curar y tratar a miembros de esa otra nación? Todo lo contrario, queremos que nuestros médicos se entrenen en los mejores centros del mundo y que pongan sus conocimientos al servicio de los dominicanos ya que es así como se hace patria.
Nuestro país está repleto de personas pobres que no pueden muchas veces pagar por sus medicamentos y menos los honorarios de los médicos y son precisamente los más pobres los que tienen las enfermedades más apremiantes, los tumores más grandes, las peores infecciones, la pésima alimentación que los hace tierra fértil para la mayoría de las infecciones.
EL HUMOR ES UN REMEDIO III OLMEDOS
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