Page 69 - Visiones de Alejandria | 3ra edicion | Editorial HL 2019
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Editorial HL | Literatura Moderna


                  su  cuerpo,  dotado  de  musculatura  y  porte  de  gran  demonio.  Se  lamia  los  labios


                  perversamente  con  su  lengua  de  serpiente  y  el  bardo  se  puso  de  pie,  como  algo

                  molesto, tomo la carretilla que había traído con la pala y la cuerda y se fue a donde el


                  duende se había comido al primer niño.



                  -Estás loco, dijo Danielle asustada, no por la forma de duende escamoso de William,


                  sino por lo que le habíamos hecho al chiquillo; a lo que yo le respondí



                  -Baja la voz, ¿Ahora dime, hace cuanto que no te comes algo decente hija mía?, toma,

                  bebe a este muchacho, no finjas que no sabemos quién eres, tú eres una vampira.



                  -Lo soy, y tú has probado mi sangre, jamás creí que lo sabrías, pero deben saber que


                  no bebo ni mato a nadie, nunca lo haría.7



                  -Sabes que te mueres más rápido, -le dije regañándola, -Si no bebes morirás.



                  -Que así sea, yo no seré como ninguno de ustedes aquí. Sépanlo.



                  Y en eso el ángel bueno le llago por la espalda con una lanza y le atravesó el cuerpo,

                  incluso la levanto en el aire para que se clavara bien.



                  Mientras  se  retorcía,  William  cuidaba  del  otro  chiquillo  e  inmediatamente  volvió  el


                  bardo cargado con tierra y cubetas de agua en la carretilla, absolutamente encarrilado

                  por  su  labor,  venia  silbando,  como  extasiado  dejo  la  carretilla  justo  conde  el  ángel


                  bueno sostenía a Danielle por los aires y le rompió la botella de wave en la cara, con un


                  splash que aún recuerdo, ella empezó a alucinar y con sus hilos de ventrílocuo el bardo


                  la saco de las estacas, controlándola en los aires, ella se empezó a curar de su herida,

                  prorrumpiendo en gemidos y gritos que se tornaron en amenazas en vano, las cuales







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