Page 64 - Visiones de Alejandria | 3ra edicion | Editorial HL 2019
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Editorial HL | Literatura Moderna


                  -Bueno, -le dije, -si tiene una identidad, pero es mejor verlo que tratar de averiguarlo,


                  así  que  si  me  das  un  sorbo  de  tu  brazo,  te  lo  mostrare,  -la  desafié,  y  es  que  tenía

                  muchas ganas de morder su brazo blanquito y carnoso,  así bien delineado, no para


                  matarla  sino  solo  para  hidratarme  un  poco  mientras  contaba  la  historia,  lo  cual  en


                  aquellos tiempos no era una solicitud fuera de serie…



                  -De acuerdo, -bebe, -me dijo y así lo hice, la marque con mi mordida y bebí apenas un

                  dulce  trago  como  de  soda  de  naranja,  absolutamente  refrescante  hasta  el  cerebro.


                  Incluso  me  cosquillearon  los  oídos  de  tan  gran  sabor.  Y  pensé  –Que  debería  beber


                  más…



                  Pero controle mis pensamientos y procedí a cumplir mi palabra. Estirando mi mano

                  hacia la sombra, esta me dio un saquito que tenía atado al cordón de su túnica y saque


                  su  contenido,  ósea  los  dientes  de  su  amor.  Con  despecho  los  mire  y  pensé  en  la


                  historia que me había contado alguna vez de ella la sombra y los arroje al fuego como

                  pedazos de plomo, iniciando un humo blanco y agradable como de nubes, tan densas


                  que apagaron el fuego y se extendieron por todo el lugar, dejándonos viendo entre


                  blanco  y  gris,  con  el  punto  de  luz  en  las  alturas  proveniente  de  la  vela  ámbar  del

                  manco, que ahí estaba encendida, dando luz al espectáculo que se  mostró mientras


                  nuestros ojos se acostumbraban al tono de luz, dejándonos ver que la sombra ya no


                  estaba en ningún lugar, más en medio de nosotros, se empezó aparecer la visión de

                  una mujer bellísima, clara de piel, delicada con un vestido de las grandes casas de los


                  lores, acompañada de un piano, tocando un ritmo entre moderno y a lo Mozart, pero


                  más tropezado, de manera grotesca, la miramos absortos, sabíamos que la visión era

                  real,  ella  tocaba  extasiada  y  vimos  a  su  lado  de  pie  a  la  sombra  encapuchada






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