Page 18 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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confundidos entre mis ganas de llamar a David y el

               olor a menta de la pomada esparcida sobre ese


               cuerpo​ ​sumiso.




                       Cuando llegué al bar "El Espejo" seguía


               lloviendo, y el ambiente en avenida de La

               Castellana era el del caos. El tráfico avanzaba de


               forma aún más lenta de lo habitual. Le habían

               concedido un carril extra a los peatones para que


               contemplaran a gusto las enormes esculturas de

               Botero. Justo desde donde estaba sentada, una de


               ellas   me    daba    la   espalda,   y   era   la   que

               representaba a un hombre vestido de calle y con
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