Page 14 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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Insistió en que me fijara en sus rasgos, disfrazados

               entre la arboleda que se perdía en el horizonte; en


               sus ojos desaparecidos tras las columnatas de un

               castillo construido sólo con el propósito de servirle


               de escondite. Añadió que no me asustara - ahora


               estaba segura que era David -- si no podía verlo,

               que quería hacerme ver las cosas de otra manera y


               que​ ​a​ ​su​ ​debido​ ​momento​ ​me​ ​contaría​ ​su​ ​secreto.




               Debía tomarme con toda naturalidad el hecho de

               recibir su visita de vez en cuando y agregó que


               podía​ ​marcharme.
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