Page 27 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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- Está bien Gustavo - Dije con tono contundente. -
Sólo quiero que me vuelvas a llamar cuando me
digas que vas camino al aeropuerto -. Y a
continuación tire el aparato y me puse a llorar con
toda la desesperación que tenía acumulada.
- ¿ Recuerdas, Budito ? -
Mi angustia por el estado de David se
convirtió en obsesión a partir de la mañana
siguiente. Para no variar, llovía. Mi relación con la
lluvia nunca fue profunda, es decir, no me había
afectado mi estado de ánimo tanto como lo hace en
el presente. Para mí, el estado del tiempo, era una