Page 29 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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descubrí intentando recordar el primero de los
sueños que se repetirían; hasta el día que David se
fue.
- ¿ Se puede ? -. Era Orlando "el científico loco",
como yo llamaba a uno de mis pacientes favoritos.
No le dolía nada, pero le encantaba que le diera los
masajes " para relajarme", decía. Mientras,
solíamos tener largas conversaciones. Le tenía la
suficiente confianza como para comentarle el
problema de mi amigo.
Comenzó a hablar de forma pausada, como
si estuviera traduciendo su pensamiento antes de