Page 34 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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también una carta para mí cuando se enteró de su
viaje a Madrid, por encargo de la Empresa. Así que
caí rendida y tuve otra vez ese sueño que recordé
sólo dos días después, porque debí hacer ruidos
extraños mientras soñaba y tú Budo viniste a
despertarme, asustado.
La cortina de chubascos se había corrido,
para dejar ver la redondez perfecta y luminosa de
la luna llena. Un sentimiento nuevo, de impotencia,
iba creciendo a medida que pasaban los días y no
conseguía recuperar a David.