Page 38 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
P. 38
La luna detrás de los Jerónimos no me sirvió para
nada, cuando le pregunté a David si había estado
en mi apartamento esa noche, o si había sido todo
una mentira. El se quedó cobijado en una de las
pocas noches de Mayo en los que la lluvia no
apareció.
Mi madre no paraba de hablar de lo flaca
que estaba y de si era que no comía, o si la
ausencia de Gustavo me estaba matando y yo
decía si mamá, y tú a mi lado no te movías ni a
pedir el pan que estaba sobre la mesita de la
cocina; aunque de vez en cuando veía tus ojillos