Page 42 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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a unirse entre sí, como si obedecieran a una
secreta consigna y el milagro se produjo : cientos
de miles de lucecitas se encendieron y formaron
una red luminosa que cubrió la tarde con un falso
resplandor solar.
Pensé que aquello le estaba restando energía y
vida a mi amigo y desesperada grité su nombre.
- ¡ Vuelve otra vez, quiero verte ! -
La ráfaga comenzó a disminuir y sentí a mi lado un
frío mortal que me impulsó a agacharme y
abrazarte Budito, mientras contemplé con estupor
cómo se configuraba una silueta de hombre
tumbado sobre el suelo, a la vez que la tarde se