Page 41 - MANOS COMO DEDOS DE AGUA
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Fuera, el cielo estaba oscurecido, lleno de
nubes cargadas de agua y aunque eran apenas las
cinco de la tarde, el día se quería acabar antes de
tiempo para dar paso a la noche de la lluvia fría de
primavera.
El me dijo que esperara en el balcón, que mirara
hacía arriba mientras el subía y me saludaba desde
la bóveda del firmamento; y lo hizo.
Primero no noté más que el aumento
imperceptible de la fuerza del viento; luego un
fragor de truenos me estremeció e hizo que se me
pusiera la carne de gallina; las nubes comenzaron