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¡PUEDES HERIR A LAYLA!

               grande sea nuestra consciencia y más concentrado esté nuestro
               corazón durante la salah, más grande será la posibilidad de que
               sea aceptada y recompensada por Allah. Por ello, es nuestra
               obligación esforzarnos al máximo para lograrlo. Si ocurre lo
               contrario, la advertencia de Allah es estremecedora:
                   “Pero ¡ay de aquellos que rezan, siendo negligentes con su
               salah!” (Ma’un, 107:4-5)

                   La verdadera salah es la que se realiza con el corazón atento.
               Lo afirma la siguiente ayah:

                   “Habrán triunfado los creyentes. Aquellos que en su salah
               están presentes y se humillan.” (Mu’minun, 23:1-2)
                   El estado de concentración y plena atención abarca todos los
               aspectos de la vida del creyente. Por esa razón, Rumi (ﻩﺮﺳ ﺱﺪﻗ) interpretó
               el significado de la ayah 23 de la surah Mariam “Aquéllos que son
               constantes en su salah” de la siguiente manera: Significa que el
               estado de su corazón después de la salah debe ser el mismo que
               durante la salah.

                   Alcanzar este nivel es posible solamente a través de una
               sincera y profunda conexión entre el corazón del creyente y el
               Mensajero de Allah (r). Este lazo,  rabita, cuando se expande,
               se abre hacia la unidad espiritual con él. Uno está en el camino
               de la unión con el Profeta (r) en la medida en la que se siente
               continuamente en su presencia y purifica su corazón de los
               asuntos mundanos. Ese es el camino hacia la integridad espiritual,
               hacia la fuerza y la madurez.
                   Ninguno de los compañeros se daba completamente cuenta
               de la importancia del Profeta (r). Ninguno pudo abarcar el
               ámbito de su creación. Incluso Yibril (u) durante el Miray le
               dijo en sidra al – muntaha, es decir la última frontera:
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