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Martes 14 Agosto 2018
Para mí vale más la ley de tus labios
COMENTARIO que todo el oro y la plata. R.
Ezequiel se caracteriza por recibir ¡Qué dulce es tu palabra para mi
el mensaje que debe dar a su pue- boca, es más dulce que la miel! R.
blo, con diversas imágenes. Hoy
vemos cómo la misión de Dios le Tus prescripciones son mi herencia
viene con una invitación a alimen- para siempre, porque alegran mi cora-
tarse de un rollo escrito por ambas zón. R.
partes, o sea, con mucho conteni-
do. Siempre que los profetas re- Abro mi boca y aspiro hondamente,
ciben una misión de Dios es algo porque anhelo tus mandamientos. R.
gratificante para ellos, por eso, al
comerlo, siente la dulzura de la ALELUIA
presencia de Dios que lo envía; Mt 11, 29ab
pero, cuando digiere el mensaje Aleluia. Dice el Señor: Carguen so-
que tiene que comunicar, no es bre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
nada grato, al contrario, le cuesta porque soy paciente y humilde de co-
hacerlo. En este caso debe anun- razón. Aleluia.
ciar una serie de desgracias que
van a ocurrirle a su pueblo, en el EVANGELIO
destierro, antes de que vuelva a re- Evan ge lio de nues tro Señor Jesu cris to
nacer la casa de Israel, el “Resto de se gún san Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
Israel”, que al volver del cautiverio
será fiel al Señor. Todo mensajero En aquel momento los discípulos
de Dios siente alegría por la lla- se acercaron a Jesús para preguntarle:
mada, pero debe superar grandes «¿Quién es el más grande en el Reino
dificultades al anunciar la Palabra, de los Cielos?»
que no siempre es aceptable por Jesús llamó a un niño, lo puso en
su exigencia. Miremos a nuestro medio de ellos y dijo: «Les aseguro que
alrededor, cuantos se burlan ta- si ustedes no cambian o no se hacen
chando de anticuados a quienes como niños, no entrarán en el Reino de
quieren permanecer fieles a la fe los Cielos. Por lo tanto, el que se haga
que profesan. Pero no olvidemos, pequeño como este niño, será el más
el Señor siempre está a nuestro grande en el Reino de los Cielos.
lado y vendrá en nuestra ayuda. El que recibe a uno de estos pe-
queños en mi Nombre, me recibe a mí
SALMO mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera
Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131 de estos pequeños, porque les aseguro
(R.: 103a)
que sus ángeles en el cielo están cons-
R. ¡Señor, qué dulce es tu palabra para tantemente en presencia de mi Padre
mi boca! celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene
Me alegro de cumplir tus prescripcio- cien ovejas, y una de ellas se pierde,
nes, más que de todas las riquezas. R.
¿no deja las noventa y nueve restantes
Porque tus prescripciones son todo en la montaña, para ir a buscar la que
mi deleite, y tus preceptos, mis conse- se extravió? Y si llega a encontrarla, les 43
jeros. R. aseguro que se alegrará más por ella