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RASSINIER : La mentira de Ulises











                                           PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA

                            Un resistente francés, un enemigo de los nazis y que por tanto luchó contra Alemania,
                       da a conocer en esta obra lo que fueron los campos de concentración de Buchenwald y Dora.
                       Paul Rassinier ha sido el primero en manifestar, con brillante forma literaria, la verdad sobre
                       el régimen de vida y los horrores de ambos campos. A su impresionante relato le sigue, como
                       segunda parte del libro, una dura crítica de los principales testimonios sobre los campos
                       alemanes.
                            Es evidente que un libro de este tipo, no puede aislarse del problema político general
                       que planteó la segunda guerra mundial. Al iniciarse en 1945 la «domesticación» del europeo,
                       entró en vigor el axioma de que Alemania era la responsable exclusiva del conflicto. A los
                       dieciséis años de las hostilidades, se ha producido una auténtica revolución copernicana en los
                       estudios históricos sobre ese período. Y en este han colaborado en especial los historiadores
                       de los países que triunfaron. Sobresalen entre ellos Charles Callan Tansill con su obra Back
                       Door to War, Harry Elmer Barnes (Perpetual War for Perpetual Peace), William H.
                       Chamberlin, almirante Theobald, Charles A. Beard, James A. Farley, John B. Flint, general
                       Wedemeyer, Benoist Mechin, Liddel Hart, Emrys Hughes, Henry Coston, F. J. P. Veale, etc.
                       Destaca en sus obras la gran responsabilidad de Roosevelt y de Churchill en el conflicto,
                       llegando en su mayoría a la conclusión que escuetamente recogió James Forrestal, secretario
                       de Defensa de los Estados Unidos, en su obra The Forrestal Diaries:

                        [6]

                                     «Ni los franceses ni los ingleses hubieran considerado a Polonia causa de una guerra, si no
                               hubiese sido por la constante presión de Washington. Bullit dijo que debía informar a Roosevelt de que
                               los alemanes no lucharían; Kennedy replicó que ellos lo harían y que invadirían Europa. Chamberlain
                               declaró que América y el mundo judío habían forzado a Inglaterra a entrar en la guerra.»

                            La tesis del aniquilamiento total del enemigo, iniciada durante la guerra y fomentada
                       después, estuvo íntimamente ligada a la propaganda de crueldades. El profesor Friedrich
                       Grimm, cuenta en su obra Politische Justiz  la visita que le hizo en 1945 un representante de
                       los aliados. Al exponer Grimm los métodos de la propaganda aliada y el empleo científico de
                       la mentira que en ella se hacía, su interlocutor le respondió:

                                     «-- Veo que estoy ante un experto. Ahora quiero decirle también quién soy
                               yo. No soy catedrático de Universidad. Pertenezco a la Central de la que me ha
                               hablado usted. Desde hace meses cultivo esto que usted ha descrito tan justamente:
                               propaganda de atrocidades ~ con ello hemos ganado la victoria total.
                                     Yo le repliqué:
                                     -- Lo sé, y ahora tienen que cesar.
                                     El me respondió:
                                     -- ¡No, ahora es precisamente cuando empezamos! Nosotros continuaremos
                               esta propaganda de atrocidades, la aumentaremos hasta que nadie acepte una palabra
                               favorable hacia los alemanes, hasta que sea totalmente destruida la simpatía que
                               ustedes han tenido en otros paíises, y hasta que los mismos alemanes vayan a parar
                               a tal confusión que ya no sepan lo que hacen.»

                            Este tipo de propaganda, en el que se mezcla un litro de verdad por cada diez de
                       mentiras, llega al subconsciente del individuo, a sus instintos. La explotación racional de los
                       campos de concentración alemanes ayuda así, en gran manera, a impedir

                       [7] la reunificación de este país y mantenerle arrinconado en el ghetto de la venganza.
                            Sobra decir que de los campos de concentración aliados apenas se ha dicho algo. A
                       pesar de ser tan numerosos como los alemanes. En Francia, mientras a las fuerzas germanas




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