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EL VIRUS
Por: Md. Janneth Morales
En una unidad de emergencias trabajan la médica “Chinita” y
“Yanqui”, su ayudante, y es la ambulancia su base de operaciones, donde
transcurren sus jornadas de servicio. Tras haber superado con éxito va-
rios casos durante los meses de pandemia, él se contagió de Covid-19, lo
que para ella fue un golpe muy fuerte, tanto que su perseverancia para la
lucha se fracturó.
Resultaba complicado identificar el foco de contagio, y eso que ambos
habían cumplido con todas las medidas de protección establecidas en los
protocolos de bioseguridad. “Es inaceptable” pensaba ella, buscando en
su memoria entre los cientos de pacientes atendidos por el dúo. Por su
parte, él estaba asustado y su familia entristeció con la noticia recibida.
Le aterraba la idea de contagiarlos y perderlos, motivo por el cual pasó
en aislamiento hasta superar la enfermedad, gracias a la vigilia del resto
de compañeros. Sí, fue un cuadro leve que no trajo complicaciones para
él, pero sí el dolor de haber perdido a su padre y tío por la misma causa.
El resto de los integrantes de la familia no se infectó.
La población entró en pánico con el aparente contagio comunitario,
situación que es difícil establecer si en efecto fue así. Lo que es verdad
es que la expansión del virus en territorio ecuatoriano sucedió con mayor
velocidad de la que todos esperábamos, trayendo consigo una serie de
desencadenantes de todo tipo: desabastecimiento de productos, crisis
económica, pérdida de empleo, hospitales saturados, compatriotas que
morían en las calles. Era de terror.
Además, por primera vez en la vida nos ha tocado vivir el confina-
miento, con severas restricciones; esfuerzos enfocados a frenar el con-
tagio, pero que también ha provocado cambios severos en el estado aní-
mico general, con severos y no pocos casos de depresión en la gente. Esa
quizás será de las más grandes secuelas que el virus deje.
Hubo quienes que, por llevar el pan a casa, se contagiaron del mal-
vado virus. Este es el caso de “Ana” quien se infectó en el día a día de
sus actividades, y a quien “Chinita”. Empezó con anosmia, fiebre, tos es-
porádica, rinorrea, lo que parecía ser un resfriado común y decidió auto-
merdicarse; sin embargo, la mejoría no llegaba. Sus familiares llamaron a
emergencia y es ahí donde tomó contacto con la doctora, quien la valoró
encontrando los siguientes datos: Consciente, ansiosa, deshidratada, res-
piración superficial, saturación de 88%, pulmones con estertores, entre
varios otros indicadores. Todo indicaba que era una insuficiencia respira-
toria aguda por Covid-19.
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