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Los abuelos seguían perdiendo la guerra y el tabaquismo cobraba fac-
turas atrasadas. La selección natural planteada por Darwin una vez más
en su máxima expresión.
Como todo virus, ha mutado en el tiempo, con la aparición de nuevas
cepas más agresivas; entonces, la batalla estaba en la primera línea era
cuesta arriba, aplastándonos pese a todos los esfuerzos realizados. Ya las
funerarias tampoco alcanzaban a cubrir todos los casos y medicina legal
circulaba por las calles cumpliendo los trámites respectivos. Además, vi-
sitábamos domicilios para establecer cercos epidemiológicos y derivar a
los necesitados a centros de salud. Nos atacaba por todos los flancos sin
excepción alguna. Por supuesto, varios compañeros también se conta-
giaron y fallecieron. Las especialidades desaparecieron convirtiéndonos
a todos en médicos generales para enfrentar solamente a esta enfermedad,
la Covid-19.
Solíamos antes de todo esto, derivar a los pacientes complicados a
segundo nivel, como nos dicta el sistema; sin embargo, la localidad se
convirtió en hospital y los barrios en las diferentes salas de este, pasando
visita a todos ellos, recorriendo largas distancias para el seguimiento res-
pectivo. Entonces, quienes desarrollaban cuadros leves y moderados se
quedaban en casa, mientras los de pronóstico reservado eran trasladados
a los centros de asistencia sanitaria. Sí, entró en juego un nuevo ele-
mento: la afectación de la salud mental de todos los involucrados en esta
guerra, motivo por el que la psicología clínica cumpliría un papel funda-
mental, ya que la idea de tener el virus y la posibilidad de morir, eran tan
letales como el SARS-COV-2 en sí mismo.
Desde los hogares se reportaban escenarios llenos de miedo; parecía
una escena del libro “La Peste” de Albert Camus en la que se ve a los
médicos con máscaras de pico y hierbas de aquella época para el trata-
miento. El virus estaba en todas partes, en todos los rincones alrededor y
hasta donde la mirada alcanzaba a distinguir los elementos.
Luego, la gente decidió quedarse en casa, aunque esté muy enferma,
preferían el hogar al hospital, apelando a la medicina ancestral basada
en el uso específico de eucalipto y palo santo para los fines pertinentes,
aromatizando el ambiente con fines respiratorios y de desinfección, sin
entrar en la discusión sobre el uso de otros elementos, de manera des-
esperada. De hecho, tomará mucho tiempo en que aparezca la solución,
por lo tanto, a seguir defendiendo la vida y la salud de los habitantes de
la localidad.
Y es así como se da importancia a la primera línea, al primer nivel;
antes médicos que derivaban a todo proceder, hoy cumpliendo un rol
histórico en la respuesta inmediata ante el reporte de los casos. Se acabó
la discriminación.
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