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CRÓNICAS DEL SEMÁFORO ROJO
Por: Md. Andrés Joaquín Guarnizo Chávez
Desde que fue reportado el primer caso positivo de Covid-19 en fe-
brero de 2020, sabíamos que era cuestión de tiempo para que se disemi-
nara por todos los rincones de la geografía ecuatoriana, con las limitantes
que esto conlleva para enfrentarla, no solo por infraestructura, sino por el
poco conocimiento mismo de esta nueva enfermedad, del cual cada día
hay nuevos hallazgos. Otro dato importante es que, debido a densidad
poblacional y factores epidemiológicos, no todos los lugares se verían
afectados de la misma manera, por lo que era de suma importancia el
tomar medidas locales, como médicos, en los sitios asignados.
Eran aproximadamente las 18h30. Quería descansar luego de una
larga jornada de trabajo, y una semana igual de agotadora, con dificultad
para dormir la noche previa; estaba rendido, no existe otra descripción.
Sin embargo, no sucedería así, pues recibí la llamada de la Directora
Distrital, quien llena de preocupación me comentó que, por disposiciones
superiores, mi personal debía movilizarse desde esa misma noche a la
entrada del primer pueblo, con el claro objetivo de establecer áreas de
información, triaje, y registro de movilidad interna de las personas, pa-
sajeros, y transeúntes que ingresaran a los dos cantones pertenecientes al
Distrito de Salud, en turnos rotativos para cubrir las veinticuatro horas
del día. Ante lo urgente, hasta poder armar turnos y cronograma, como
líder del personal elegí dar el ejemplo así que esa noche me trasladé al
punto designado para hacerme cargo de dicha situación.
A través de una de las aplicaciones de mensajería móvil, manifesté al
grupo la decisión recibida, así como la propia de ser el primero en trasla-
darme, con el fin de evaluar el entorno y armar la logística requerida para
los grupos posteriores, con los procedimientos claros para evitar inconve-
nientes. Sí, reconozco que por el apuro mi comunicación no fue la mejor,
ya que tuve que aclarar varias cosas en diferentes ocasiones; además, a
donde iba no hay señal telefónica ni internet. Al mismo tiempo, compartí
la información con una buena amiga y compañera de trabajo, psicóloga,
quien sería mi mano derecha en esta aventura. Con la voluntad que la
caracteriza, se ofreció a elaborar el cronograma y los turnos.
Posteriormente a aquella primera experiencia, como delegado y
miembro de la mesa técnica del COE Cantonal, participé de reuniones
que definirían las acciones a realizarse desde ese momento, con el fin de
salvaguardar a la población en tiempo de pandemia, buscando mitigar el
contagio. Ya declarada la emergencia sanitaria, y por ende la paralización
del transporte interprovincial, se estableció también una zona de control
de tráfico vehicular y personal en conjunto con la ciudadanía. Si bien el
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