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VIVIENDO ENJAULADOS EN EL LIMBO

Por: Md. Natalia Elizabeth Amores

Dentro de lo duro que ha significado vivir una pandemia, más en esta
profesión, me resulta agradable compartir una de las tantas vivencias que
he enfrentado durante estos meses.
La historia sucede a finales del mes de mayo de 2020, en un día gé-
lido, en el que además los árboles habían perdido sus hojas, como conse-
cuencia del ciclo climático acostumbrado. Era un escenario oscuro, para
lo que vendría después. El reloj marcaba las 15h00 en el momento en
que una pareja llegó al centro de salud; él, de aproximadamente cuarenta
y cinco años de edad, cabello oscuro y complexión robusta; y ella, más
joven, extrovertida, de cabello rizado y en estado de gestación, y su pre-
sencia correspondía a evaluaciones médicas para ambos.
Mateo y Calíope, nombres protegidos, expresaban su afecto sin lí-
mites, pero de forma delicada ante los demás. La mujer inició la con-
versación, manifestando que su visita tenía relación con el control de su
embarazo, mientras que la de él era a causa de la diabetes mellitus, pa-
tología descubierta cinco años atrás. Es decir, exámenes rutinarios y, en
consecuencia, procedimientos de la misma manera, dentro del contexto
Covid-19. De hecho, ambos expusieron de manera muy clara la preocu-
pación por el contexto sanitario nacional y mundial, especialmente él, al
ser considerado paciente vulnerable por lo ya expuesto en líneas ante-
riores, con todas las consideraciones afectivas y familiares que aquello
implica, dado el entorno familiar, viviendo lejos de sus padres, etc.
En ese sentido, Calíope profundizó en el contexto, comentando que
sus suegros son personas de edad avanzada, viven en una casa de reposo
y que su esposo el único que tiene posibilidad de visitarlos y estar pen-
diente, dado que su hermana vive en el extranjero, por lo que es de vital
importancia el estado de salud de Mateo.
La valoración concluyó de manera satisfactoria en ambos casos, y les
indiqué la fecha del próximo control, reforzando las recomendaciones
para evitar contagio o al menos reducir las posibilidades de que aquello
ocurra. Pasaron a recibir los medicamentos recetados y emprendieron
camino a su domicilio. Tres semanas después, una de esas tardes, Ca-
líope volvió a control y conversando con la obstetra, le comentó que en
la casa de reposo hubo un brote de coronavirus, dado que uno de los
dependientes lo había tenido, y como resultado varios de los ancianos se
infectaron y algunos fallecieron, entre ellos sus suegros, motivo por el
cual su esposo, anímicamente devastado, se trasladó hasta la capital con
el fin de coordinar todos los trámites relacionados con el deceso, y que
por lo tanto, resulta fundamental que ellos dos se sometan a las pruebas

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