Page 5 - Revista Parlante Digital. Número cero.
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¡Agus!
B. Elena C. G.
Sólo existe una generación (la primera) del
CEDART “Diego Rivera” que no tuvo el hon-
or de tener como maestro a Agustín Sán-
chez.
“Agus” llevaba treinta y nueve años tra-
bajando en ésta escuela* que actualmente
es de paredes azules, pero que ha tenido
muchos otros colores (y Agus ha visto esos
cambios de pintura), y él lo declara con mu-
cha honra.
Desde hace algunos años, generaciones
completas le hemos escuchado decir “Aho-
ra si ya me jubilo”, algunas generaciones
han egresado sin ver esa afirmación cum-
plida.
Todo estudiante de nuevo ingreso en algún momento le escuchaba decir eso y después
iba por la escuela repitiendo que un maestro se iba a jubilar, sólo para descubrir que ese
maestro tan querido ya había dicho lo mismo otras veces. (Por cierto, Agus, si lees esto, no
queríamos que se hiciera realidad).
Pero ahora si fue de verdad. Agus dijo “me jubilo”, y ésta vez sí se jubiló.
Al menos en mi caso, aun cuando todos decían “no, ahora si es de verdad”, todo parecían
rumores, de los mismos rumores pequeños que hay todos los años; no fue hasta que escuché
a otra maestra del colegio de ciencias decir “No, ya le fui a rogar a Agus que no se vaya, y
derramé ahí todas mis lágrimas, pero no sirvió de nada” que realmente entendí que ahora si
era de verdad.
Y yo no le rogué que no se fuera, al menos no directamente, sólo le hice un montón de veces
la pregunta que todo el mundo hizo ¿Y por qué se va a jubilar? (Aunque, compañeros llevaba
trabajando aquí treinta y nueve años, en realidad no debería ser un suceso tan extraño), con
una muy trabajada voz de “¡No queremos que te vayas!”. Y también le derramé ahí todas mis
lágrimas, que obtuvieron nada satisfactorias, pero congruentes respuestas de: “Ya llegó el
momento en mi vida en el que tiene que cambiar”, y cosas por el estilo.
Agus, fuiste mi maestro por 3 años seguidos (Y también en distinto momento de mis vida
escolar, aunque eso sucediera en la misma escuela), y aún me sigue sorprendiendo que tus
clases y tus apuntes eran dictados de memoria, aún me divierte mucho todo el tiempo que se
puede hablar contigo de deportes y estadísticas, aún me maravilla escuchar a alumnos (Egre-
sados o no) decir que después de tu clase fue que entendieron más tus trabajos; siempre me
encantará pensar que tú ibas por los pasillos diciendo “Hola” cada dos segundos, porque
todo el mundo te saludaba con gusto. Y tengo por seguro que siempre serás recibido con
mucha alegría en una escuela que tú conoces muy bien y por alumnos que tú has ayudado a
formar en distintos ámbitos.
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*Querido lector, por favor tome en cuenta que la escuela actualmente tiene cuarenta años.