Page 12 - REVISTA cens 2017
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Estamos mi viejo y yo
                                                                                                   Puedo hablar de todas las cosas, viejo.
         haciendo un asado
                                                                                                   Puedo decir que Dios está oliendo el limón
         en el fondo de la casa
                                                                                                   que se evapora del pollito que asamos
         de mi abuela. Mi viejo
                                                                                                   y se babea. Puedo decir que esa pieza tiene
         me pide que limpie la parilla
                                                                                                   menos historias que las que vos me contabas
         con un pedazo de grasa                                                                    en tu segunda o tercera casa de divorciado,

         que cortó del vacío                                                                       tu casa de hombre solo, con revistas

         –una herida, pienso                                                                       sobre las sillas y zapatos desparramados. Puedo


         que no podemos reparar–.                                                                  hasta decir que pinchar la carne y darla vuelta

         Es miércoles siete de enero                                                               y sentir cómo lloran las brasas y compartir una

         y llueve una lluvia finita                                                                cerveza es igual a pensar que la existencia es

         que nos moja poco y nos recuerda                                                          redonda, y con esto quiero decir, que un encuentro

         que sólo nos vemos algunos días al año                                                    nuestro apenas dura dos o tres minutos; el resto es

         y no tenemos mucha suerte.                                                                papel picado. Puedo hablar pero estoy recordando

         No necesitamos suerte para hacer un asado,                                                puedo recordar pero estoy viviendo. Puedo creer

         sí un poco de música. Pongo en el grabador                                                que la poesía va a hacer

         un disco de José Larralde porque sé                                                       de nuestra relación algo comprensible, pero


         que a él le gusta. Es cierto                                                              a la poesía no le importamos.

         a mí también, pero sólo cuando estoy con él.                                              Escribir un poema objetivista no es tan difícil,
                                                                                                   pero hablar de un mediodía de lluvia
         hoy sólo hoy con la sangre de hoy
                                                                                                   con la sangre de hoy es increíble: con este asado
         desde ayer la tira de costillas
                                                                                                   somos todo.
         gotea en el asador y hace

         llorar a las brasas.

         Es fácil escribir poesía, le digo.


         Es fácil escribir poesía objetivista:

         la pieza que está a un costado del asador

         se llama La Ponderosa por una serie

         de televisión que daban en los ’80.  Está

                                      ASADOEZEQUIEL NACUSSE
         llena de cachivaches y cucarachas. Cada tanto
         aparece un alacrán muerto –¿cómo se morirán

         si nunca tiraron veneno ahí?- y menos seguido


         una serpiente cortita que también debería

         tener un nombre, aunque nunca sea la misma,

         o solo en apariencia. Siempre

         hacemos el mismo asado: mi abuela, adentro

         de la casa, en la cocina –ese lugar milenario

         que le habría tocado ocupar de no ser

         por el infarto que tuvo su esposo


         de muy joven y que la dejó con seis

         críos chiquitos, en años de dictadura, y

         no en la calle pero sí en un barrio que

         se inundaba a la primera gota–

         corta las verduras. Mi abuela en la cocina

         corta las verduras. Esa frase parece

         una oración copiada en el cuaderno de lengua

         de primer grado de mi viejo.





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