Page 22 - Memoria Anual 2020
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se considere la Biblia como el Volumen de la Ley Sagrada, se la utilice en nuestros rituales y sea objeto de estudio con relación al simbolismo de la Orden.
De esa manera, la Biblia está considerada como la Verdadera Luz de la Masonería, símbolo de la voluntad de Dios y se encuentra abierta en nuestras Logias como símbolo de que su luz será difundida entre los QQ∴HH∴; ciertamente, el Volumen de la Ley Sagrada es para el masón especulativo, un pilar espiritual, sin el cual él no puede trabajar; aquello que cree ser la voluntad revelada del G∴A∴D∴U∴, constituye para él siempre su pilar espiritual y debe tenerlo siempre ante sí en sus horas de labor especulativa como regla y guía de conducta.
Sin embargo, la lectura del Volumen de la Ley Sagrada por parte de un masón debe realizarse desde la perspectiva de un hombre libre y de buenas costumbres, libre de todo prejuicio, irracionalidad e intolerancia, puesto que al iniciarse volvió a nacer espiritualmente y con el compromiso de pulir su piedra bruta para constituirse en una pieza más en la obra del G∴A∴D∴U∴ y de la cadena universal.
Desde esa premisa, es pertinente considerar previamente que los Salmos tienen su origen en la recopilación de los cánticos del Templo de Jerusalén enriquecido con oraciones personales y lamentaciones colectivas, son oraciones inspiradas por Dios, se encuentran reunidos en su mayoría en la Biblia y constituyen un llamado a Dios por medio de los anhelos que suscitó el corazón de la persona que los recitó; por ello, la lectura de cualquier Salmo debe realizarse de manera contextualizada, ya que son oraciones antiguas que facilitan las palabras o los sentimientos que vamos a desarrollar libremente, ajustándolos a nuestro contexto; por ejemplo, puede que la lectura de un Salmo realizado por un creyente judío que pide a Dios la muerte para los que lo quieren matar no sea coherente con nuestro sistema moral, empero puede utilizarse para evocar un sentimiento de indignación hacia la injusticia y la violencia.
Ahora, entrando en materia, se tiene que en el Salmo 133, según la numeración hebrea, se habla de la barba de Aarón, quién fue hermano mayor de Moisés y primer Sumo Sacerdote de Israel, así como de los montes Hermón y Sión, recitándose lo siguiente:
¡Qué bueno y qué tierno es ver a esos hermanos vivir juntos!
Es como un aceite refinado que desde su cabeza desciende hasta la barba, la barba de Aarón, hasta el cuello de su túnica.
Es como un rocío del Hermón, que baja sobre las montañas de Sión. Allí el Señor otorgó su bendición, la vida para siempre.
Este es un Salmo que era recitado en el Templo de Jerusalén como himno de alabanza perpetua por los levitas y los sacerdotes hijos de Aarón, quienes comprendían la importancia de la comunidad religiosa al servicio de Dios, puesto que no se puede hacer una religión individual, sino que requiere de un conjunto de personas unidas por la misma fe, exclamando que el amor fraterno es maravilloso y es propio de la unidad en el servicio de Dios y de las amistades cristianas perdurables y profundas, como un don del Espíritu Santo infundido en los corazones a manera de esperanza y ejemplo de convivencia entre los hombres.
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