Page 3 - EL DESASTRE INSTITUCIONAL
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EL DESASTRE INSTITUCIONAL
Esta entrega aspira calificar la despelotada y cínica locura que intentan
llamar “revolución”; y claro, hundir un poco más mi pluma en su llaga.
Elena Frías de Chávez y sus nietos.
Espejo radiante de la descomposición moral y el descaro nuevo rico del
chavismo revolucionario lo representa la familia de Hugo Chávez
Ellos son los burgueses predilectos del socialismo del siglo XXI, los
insignes “revolucionarios” en su máximo esplendor.
Regordetes, vulgares, ostentosos y cursis, encarnan una burguesía
afectada por la ridiculez y por la falta de desodorante.
Huelen a azufre, de corrupción.
Observar las fotografías de la transformación de Elena Frías de
Chávez, su perrito encaramado en la cartera Cartier (¿o Fendi?) o las
evidencias del desvergonzado lujo de sus nietos, quienes nos muestran
“por qué ser rico es malo” entre borracheras, drogas (¡no me hagan hablar!,
lo advierto), relojes impagables, aviones, helicópteros, carros de lujo,
mansiones, compras en Estados Unidos y viajes al exterior, por no hablar
del corrupto uso de los recursos del estado en todo esto, nos permite
llegar a una conclusión: la revolución chavista fue una delirante manera de
hacerse rico y famoso, nada más.
La corrupción sin disfraz.
Los chavistas están atrapados en su mentira y deshonor. Hablan de
socialismo y honestidad, ante una inocultable demostración de nuevo
riquismo y corrupción, sin fingimiento ni pena. Jamás en la historia de
Venezuela se robó tanto a la nación ni de manera tan abierta y descarada
como lo hizo Chávez, su familia, sus allegados y sus socios.
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