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EL DESASTRE INSTITUCIONAL


            Jamás.


            Lo  trágico  es  que,  como  usurpadores,  permanecen  en  el  poder  y  sin

            ningún  escrúpulo  siguen  mostrando  toda  la  fastuosa  podredumbre  y

            corrupción de la “revolución”, ahora a cuenta doble, dado que insólita y

            delincuencialmente  son  dos  las  familias  que  se  disputan  el  latrocinio

            nacional: los Chávez y los Maduro.


            ¿Revolución o revuelta?

            Desde  el  punto  de  vista  filosófico  o  político,  en  Venezuela  no

            protagonizamos una revolución a la manera que sí lo hicieron los franceses,

            los  rusos,  incluso,  los  cubanos.  En  Venezuela  no  cambió  el  sistema,


            simplemente se reforzaron los males políticos del pasado: la corrupción, el

            clientelismo, la demagogia, el despotismo y la arbitrariedad; además, se

            institucionalizó el despelote, la algarabía y la intriga. Octavio Paz hace

            una certera diferenciación entre los términos revolución y revuelta en su

            ensayo Corriente alterna. Por la relevancia del análisis, me detengo y cito

            al escritor mexicano:

            “La  revuelta  es  intrigante,  siembra  confusión;  la  revolución  procura un


            cambio violento de las instituciones. La revuelta no implica ninguna visión

            cosmogónica o histórica: es el presente caótico o tumultuoso, el alboroto;

            la revolución está ungida por la luz de la idea, es filosofía en acción, crítica

            convertida en acto, violencia lúcida.”

            Pienso que Venezuela, con Chávez, sufrió una revuelta histórica y no una

            revolución, aunque reconozco que en lo único que sí ha sido revolucionario

            el chavismo, donde sí hubo un cambio violento con el pasado, una filosofía


            de  acción,  una  violencia  lúcida  fue  en  su  cinismo  híper  burgués,  en  su

            corruptela y, por supuesto, en su ostentosidad.
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             EL DESASTRE INSTITUCIONAL                                                              ZAN DOKA
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