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En primer lugar, empezaremos definiendo lo que significa el concepto de
“pedagogía”. La pedagogía es la ciencia que estudia los métodos o las técnicas para
educar a las generaciones futuras y formarlas con un criterio propio. Y, dentro de
esta, se encuentra la pedagogía progresista.
La pedagogía progresista, también conocida como educación progresista, es un
movimiento o un grupo de movimientos pedagógicos que surgieron a finales del
siglo XIX, que se desarrollaron en el siglo siguiente, y que se volvieron
predominantes en las reformas educativas planteadas en el contexto intelectual de
la revolución de 1968; eran de carácter progresista y criticaban la educación
tradicional. La educación progresista se plantea el reto simultáneo de ser general e
individualizada.
A lo largo del siglo XIX en Alemania surgen los pensamientos pedagógicos y
filosóficos de mayor importancia. El más importante de ellos fue el krausismo un
movimiento intelectual constituido por Krause. Julián Sanz del Río fue el punto de
conexión con el pensamiento alemán, ya que asiste a las clases de los discípulos de
Krause y decide profundizar en el pensamiento para trasladarlo después a España.
En la segunda mitad del siglo XIX se desarrolla en España el krausismo. El
krausismo hace hincapié en la ética y el derecho de las personas. El krausismo
español es un complejo movimiento intelectual, religioso y político que agrupó a la
izquierda burguesa liberal y propugnó la racionalización de la cultura española.
Podemos ubicar el krausismo desde 1850 hasta 1880, teniendo su máximo auge
entre el 1860 y el 1870.
Este movimiento en España supuso una innovación del pensamiento, dando lugar al
pensamiento libre, inculcando el humanismo y una actitud de tolerancia. Una de las
características más importantes del krausismo era el laicismo, por el cual nacía el
deseo de una nueva educación, donde se diera más importancia a los experimentos
o a las investigaciones de campo y la educación se desligara del espíritu religioso
de la época.
Influyó, en gran parte, en las universidades, por lo que los ámbitos tradicionales se
opusieron a este, lo cual dio lugar a las conocidas <cuestiones universitarias>. La
primera de ellas tuvo lugar a partir de 1864, bajo Narváez. Fueron expulsados de
sus cátedras Castelar, Salmerón, Fernando de Castro y Sanz del Río, que
defendieron la llamada libertad de la Ciencia.
En 1869, con la expulsión de Isabel II, se reintegraron algunos de los profesores
krausistas, como Fernando de Castro. En ese mismo año, se redactó la primera
Constitución española, donde se puede ver claramente una influencia krausista y un
reconocimiento de la libertad de enseñanza; se creó la Asociación para la
enseñanza popular y las conferencias para la educación de la mujer.