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Experimentamos ansiedades, miedos, depresiones,
pero a la misma vez esperanzas, alegrías desbor-
dantes, la convicción de que podemos con todo.
¿No hemos oído a algunas personas adultas
decirnos «¡Has dado un cambio!… Es que ya no te
conozco»? «Pues, claro que he dado un cambio»,
deberíamos responderles, «ahora mismo yo
tampoco me conozco y esperaba que me ayudara, no
que me ande cuestionando».
1.2 SE TRATA ENTONCES DE
CONOCERNOS A NOSOTROS
MISMOS
Hay cosas que hacemos constantemente y no
nos detenemos a pensar en cómo ocurren. Por ejem-
plo, si tomamos en nuestras manos una pelota, nos
hacemos una idea de su forma, color, olor y podemos
determinar sus características, lo que unido a nues-
tra experiencia previa nos permite llamarle «pelota».
Esto exige una coordinación de nuestras manos, ojos
y oídos con el cerebro, que es el encargado de coor-
En realidad, todas las personas psicológica-
dinar y decidirlo todo. A esto le llamamos
mente sanas somos capaces de formarnos un auto-
percepción. concepto, lo que no siempre tomamos conciencia
Para percibir una pelota no pasamos mucho de ello para emplearlo en el proceso de reinventar-
trabajo porque es algo muy vinculado a nuestra ex- nos a nosotros mismos, y pocas veces nos enseñan
periencia; sin embargo, es muy distinto percibirnos, a pensar en cómo hacerlo. Esto provoca que si nos
porque estamos adaptados a mirar a los otros, pero preguntan cómo somos, nos vendrá a la mente una
no a mirarnos, y se nos dificulta tener claridad sobre serie de rasgos poco pensados que vamos a relacio-
quiénes somos, qué nos caracteriza, cómo somos nar con algo de nosotros: quizás con nuestro cuerpo
realmente, cómo actuamos y por qué lo hacemos. (color del pelo, estatura), o con nuestros sentimien-
El hecho de percibirnos a nosotros mismos tos (amable, alegre), o nuestra situación (pobre, es-
implica la formación de autoconceptos, que no es tudiante), o combinamos algunas (pobre pero hon-
otra cosa que las ideas que nos hacemos sobre rado), pero rara vez tomamos conciencia de todas
nosotros mismos, sobre cómo nos vemos y creemos las partes que integran quién somos realmente.
ser. Así que cuando hablamos de autoconcepto nos ¿Por qué no tratar de acercarnos y
referimos a las respuestas que encontramos a la comprender una de las formas posibles en que
pregunta «¿cómo soy?», que en cierta medida es lo
podemos elaborar nuestro autoconcepto?
mismo que preguntarnos ¿quién es esa o ese que
Vamos a partir por aceptar que cada uno
vemos en el espejo cuando nos miramos?
de nosotros nos hemos ido construyendo