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Arlette Pichardo Muñiz
destructiva” que poco a poco va bloqueando y ahogando el potencial creativo natural (Bohm y Peat, 1988/1987, p. 296, comillas de los autores).
Una instigación (consciente o inconsciente) a negarse a participar en “lo nuevo por conocer”, a evadir la indagación, el cuestionamiento, la innovación, a prestar oído “sordo” al libre transitar de las ideas y a la creatividad, soslayando e infravalorando la importancia de la comunicación. Eso ya lo sé: ¿para qué oír otras voces o incluso la propia?
La fragmentación es “abonada” por el uso de jergas técnicas, giros idiomáticos y usos espe- ciales del lenguaje proveniente de las disciplinas. En el caso de las matemáticas, y de la Esta- dística también, el proceso de formalización constituye una forma de aislamiento (en forma ve- lada, solapada o incluso abierta). La ecuación tiende a sustituir al lenguaje de la argumenta- ción, y quien no tiene una mejor formalización “sale del juego”, es excluido de la discusión.
Los entrecruzamientos en el lenguaje aparecen por doquier. En la enseñanza de la Política Social y otras políticas, cada disciplina que la convierte en su objeto de estudio mantiene su esquema conceptual- analítico “de oficio”, como se dice en jerga jurídica, a propósito de los usos del lenguaje. A lo que hay que agregar el lenguaje de la política, el lenguaje de la burocracia, el lenguaje de las organizaciones, el lenguaje de los organismos internacionales. En fin, una Torre de Babel; que puede hacer de un asunto sencillo, como ingresar a un grupo familiar en un registro, algo muy complicado.
Otro factor de relevancia en la fragmentación es la recurrencia a paradigmas, entendidos co- mo constelación de opiniones, valores y métodos socialmente compartidos, uno de los sentidos formulados por Kuhn (1971/1962). De manera similar a la forma de operación de la infra- estructura tácita incitan a aferrarse a las ideas vigentes, dando por cerrada la posibilidad de buscar otras explicaciones, lo que implica “pagar” un alto precio (Bohm y Peat, 1988/1987). Cualquier parecido con la enseñanza de la Política Social y otras políticas es pura coincidencia.
Un ejemplo de lo anterior puede encontrarse en los usos frecuentes de definiciones del Bien-Estar Social, Derechos Sociales, Inclusión Social, Capital Humano y Capital Social, Desa- rrollo Humano y Seguridad Social, Protección Social y Cohesión Social. Construcciones semán- ticas que, como indicado anteriormente, se acostumbran diseñar como aproximaciones eufe- místicas, que solapan encubrimientos en forma abierta o velada.
Así, cada conceptualización de la Política Social que llega a la escena institucional trae “debajo del brazo” su elenco de conceptos agregados. La Protección Social, por ejemplo, ingresa con fuerza al lenguaje técnico, términos como Programas de Transferencias Condicionadas (PTC, en general sola- mente se usa la sigla) y corresponsabilidades. A, su vez, los sistemas y registros de información actua- lizada para la elegibilidad de la población objetivo, introducen la expresión “su familia no aparece en el registro”, cual se tratara de una sentencia.
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