Page 178 - En El Patio Flip Book
P. 178
Arlette Pichardo Muñiz
Del diá/logo entre personas y saberes (como si no fuera lo mismo) al encuentro entre personas y saberes, que es lo mismo.
Diálogo, del latín dialŏgus, y este del griego διάλογος, `plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos´ (http://dle.rae.es/?id=DetWqMJ. Fecha de consulta: 06/06/2016).
Ojo a la última parte de la definición: alternativamente, sugiere que todas las partes inter- actuantes asumen igualdad de condiciones en la participación, sin que el uso de la autoridad “arrincone” o relege a otra a una posición subsidiaria; manifiestan sus ideas o afectos, implica que el diálogo involucra emociones y sentimientos, más allá de razón y que supone escuchar rebasando los límites de la simple charla o plática.
En tanto estrategia de indagación y aprendizaje, el diálogo retrata a Sócrates en la antigua Grecia y se reporta en las culturas ancestrales desde épocas anteriores (Schmelkes, 2009). En las últimas décadas del siglo XX las contribuciones sobre la naturaleza del conocimiento por parte del diálogo o entrecruzamiento entre la ciencia, el arte, la filosofía y la espiritualidad, han ocupado un amplio espacio en los aportes de autores notables y difundidos (Bohm y Peat, 1988/1987; Bohm, 2002/1998; Capra, 1991/1988; Root-Bernstein y Root-Bernstein, 2000/ 1999). No obstante, la agenda de la enseñanza de la Política Social y otras políticas tiende a ignorar tales aportes.
El diálogo se trata de un proceso multifacético que explora un rango inusitadamente amplio de la experiencia humana y trasciende a las nociones típicas de charla e intercambio de comunicación, dice David Bohm. Un autor que gusta referirse a los des-encuentros entre Albert Einstein y Niels Bohr y los discípulos de ambos –fruto de las diferencias en el lenguaje de las ciencias– (1988/1980).
Desde la Bio/Pedagogía el diálogo ocupa un papel clave, especialmente en el recono- cimiento de que la persona aprendiente no es un ente pasivo que recibe información, la almacena y la procesa; sino que vive en inter/acción permanente, activa y constante consigo mismo y con las demás personas, incluyendo a quienes le acompañan en el proceso educativo, que dejan de ser docentes en el sentido tradicional, trasmisores de un cúmulo de verdad, para transformarse en una especie de “apalancadores” y al compartir limitaciones, imperfecciones, potencialidades, sinergias, se va creando una “armonía viviente del arte de la vida” (Doczi, 1996, p. 141).
El principio de que el todo es más que la suma de las partes es puesto en acción en y desde el diálogo; y, paradójicamente, también puede ser menos. Recordando a Morin pueden surgir propiedades emergentes (cualidades que presentan cáracter de novedad), como también cons- treñimientos que llevan a perder grados de libertad (1981/1977).
178