Page 97 - En El Patio
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En El Patio...
El advenimiento del sujeto escindido (así en masculino)
Y así como la modernidad redefine la relación de las personas con la naturaleza, el funcio- namiento de los sistemas mecánicos pasa a ser la clave de interpretación y organización de todo cuanto acontece en su entorno.
El reloj se constituye en el ejemplo paradigmático de la funcionalidad de la visión mecanicis- ta; así como, en tiempos más recientes es el microchip. La máquina, como tal, dotada de uni- formidad y exactitud, sincroniza e individualiza y en forma aislada del ambiente puede cumplir con su función de manera eficiente, sin que le afecten las inclemencias del clima. Su precisión, desde los relojes de pulsera hasta los relojes atómicos, sustituye al reloj del sol, una invención de la antigüedad, y a las campanas de las iglesias que anunciaban a los grupos familiares y a las comunidades en general los tiempos de la vida cotidiana para comer, jugar, dormir...
La modernidad trasmite la ilusión de un sujeto que puede ver el mundo desde afuera, cual si se tratara de una especie de “espejo”. Como si en su cerebro tuviera una cámara fotográfica con capacidad para retratar el mundo externo. Noción ésta que “ilumina” la disociación o separación entre el sujeto que observa y el objeto observado, como supuesta garantía de objetividad (neutralidad axiológica).
La colonialidad del poder, la cara “oculta” de la modernidad
Y aun hay más: la colonialidad del poder, un concepto introducido por Quijano (1991) y lue- go desarrollado en conjunto con Wallerstein (1992), la cara oculta y más oscura de la moderni- dad, como le dice Mignolo (1999 y en Lander, Comp., 2000). (Para una ampliación de estos temas, ver en este mismo documento De la contribución de los Estudios de De/Colonialidad).
Los intersticios de la modernidad
Históricamente, las sociedades han establecido mecanismos de control y defensa de la sub- jetividad, de la autoridad, del conocimiento, de la economía y de la sociedad, entre otros contro- les y los procesos de cambios revelan elementos de continuidad como de discontinuidad y rup- tura con respecto a momentos o épocas anteriores. La modernidad no tendría qué ser una ex- cepción. A ello hace referencia Habermas (1989b/1980), cuando usa el título de “La moderni- dad: un proyecto inacabado” en el discurso con que recibió el Premio Adorno, en 1980, que generó una amplia polémica, como el propio autor lo reconoce. Se trata de una advertencia a repasar la interioridad que habita en la modernidad, más que un reclamo o un interés por su conclusión como proyecto.
Como todo proyecto de dominación, la modernidad no se trata de un sistema homogéneo, su propio avasallamiento crea resistencias en su interior. Solo basta con ver las prácticas de sincretismo cultural para encontrar los intersticios, hendiduras o espacios en su interior...
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