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 Es necesario que estos dos servicios del Ministerio de Agricultura sean restablecidos y modernizados, con participación de los agricultores de alimentos. Para ordenar sus actividades deben coordinar con el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación, en el contexto de una Política Estatal de Alimentación Nutricional. En este sentido, el trabajo de Antonio Brack será un buen punto de partida para priorizar los cultivos por etapas.
Las Gerencias Regionales de Agricultura deben priorizar y coordinar los esfuerzos de sus Estaciones de Investigaciones Agrícolas, de sus servicios de extensión agrícola y modernizarlas, con una visión más empresarial, y crear más estaciones experimentales, ubicadas en lugares más convenientes. Las Gerencias Regionales deben enfatizar los super-alimentos que por miles de años utilizaron bien nuestros recursos agropecuarios, el clima, especialmente el agua de las lluvias y los ríos. Por ejemplo, la maca, se cultiva a 4,000 m.s.n.m. y el país tiene tierras extensas a ese nivel.
En los esfuerzos regionales deben participar los agricultores de alimentos y las empresas privadas que están exportando super- alimentos para aprovechar sus experiencias y reducir costos, evitando grandes movimientos de alimentos. También debe participar el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA), quien además supervisa la agricultura orgánica en el Perú. A su vez, las empresas privadas certificadoras de una agricultura orgánica, deben tener buenas experiencias que serán útiles.
En estos esfuerzos es importante tomar en cuenta el cambio climático y sus efectos en la agricultura, especialmente en la disponibilidad de agua y la variación de las lluvias.
Actualmente, hay varias instituciones del gobierno que tímidamente están estimulando cultivos alimenticios, a falta seguramente de extensionistas agrícolas, podemos mencionar a ciertos programas del Ministerio de Trabajo y del Centro de Innovación Productiva y Transformación Tecnológica (CITE) ambos en áreas rurales muy alejadas de centros urbanos.
En todo caso, la participación de los agricultores de alimentos es importante, así como de empresas privadas dedicadas a exportar super alimentos e ir articulados a los objetivos regionales y nacionales.
Para aprovechar bien las ofertas de alimentos que irán incrementándose, es necesario que en las regiones también desarrollen la agroindustria de alimentos, sobre todo los super alimentos, para darles mayor valor agregado y evitar grandes movimientos de agua a larga distancia de éstos en estado fresco. Los CITE que tienen centros para estimular la agroindustria de alimentos tienen que contribuir, crear más centros en lugares estratégicos, modernizarlos y el Estado incrementarles el presupuesto.
Todos los Andes tropicales y Amazónicos, con sus regiones conocidas como costa, sierra y selva, deben participar en la creación de una agricultura alimentaria ordenada y moderna, dando énfasis a los super alimentos, a los rendimientos y a la calidad nutricional, desde una perspectiva más empresarial.
Es cierto que la reforma agraria de 1969 terminó con la concentración de las mejores tierras del país para la exportación de materias primas de algodón, caña de azúcar, café y lana.
Estas tierras pasaron a cooperativas, especialmente en la costa, y a las SAIS, en la sierra. Sin embargo, a partir de la Constitución de 1993 y leyes específicas, se posibilitó la compra y venta de tierras de cultivos, iniciándose en el país una segunda concentración de tierras de cultivo. Esta vez solo fue mayormente en la costa, algo en San Martín, en base a las tierras de irrigación y en tierras individuales de los ex cooperativistas. La nueva concentración tuvo como base el aspecto legal, el control del agua, existencia de buenas semillas, los avances tecnológicos, especialmente en los químicos artificiales para aumentar rendimientos y cuidar las plantas, la existencia de buenos técnicos agrícolas, administrativos y sobre todo grandes emprendedores de negocios, con amistades claves que facilitaron las tareas financieras y políticas. Lo más importante es que todas estas tierras fueron dedicados principalmente a cultivos de exportación (espárragos, uvas, paltos, mangos, mandarinas, arándanos) y convertir el azúcar en combustible en el norte, que aseguran buenos precios y un mercado externo y en dólares.
La segunda concentración de tierras, redujo la producción de alimentos para el mercado interno, proceso que está semi oculto con la mayor importación de alimentos básicos. De acuerdo a Custodio Arias en el 2010 ya 10 grupos de inversionistas tenían alrededor de 200,000 hectáreas de gran productividad, mayormente en la región costera, en varios valles, y producen todo el año, principalmente en Piura, Trujillo, Lima, Ica y Arequipa,
Hasta la década de 1960, el valle de Cañete cultivó papa en extensiones importantes, como 3 mil Has. para el mercado de Lima. En esa época la semilla de la papa de Cañete provenía del distrito de Huasahuasi, Tarma. Ahora en Cañete hay muy pocos cultivos de papa, no llega a 400 Has.
El precio del trigo nacional es un poco más caro que el importado, pero más nutritivo por tener menos almidón, pero se cultiva en zonas alto andinas que solamente compite con la cebada. El trigo nacional podría seguir cultivándose en mayor escala si se utiliza para elaborar productos de mayor valor agregado, mezclando con otras harinas de super alimentos, como de la maca, de la arracacha, de quinua, de cañihua o de kiwicha.
Lima, 24 de agosto 2021
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