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nosotros imaginamos un jardín secreto, oculto tras
sus cuatro altísimos muros. Y para entrar a dicho jar-
dín, imaginamos la condición física e imprescindible
de portar algún libro sacado en cualquiera de las bi-
bliotecas de Madrid, porque, de hecho, para que la
puerta de nuestra NO BIBLIOTECA se abriera, sería
necesario escanear el código del libro en ella. Así
que en ese espacio no sería necesario que hubiera
libros, porque cada usuario traería el suyo consigo.
Pero, si es un jardín secreto, ¿cómo lo iba a encon-
trar la gente? Muy sencillo. Los primeros, siguiendo
un mapa –que se descargaría en el móvil al adquirir
el libro en la biblioteca de origen- y los siguientes,
mediante el fenómeno del boca a boca. Frente al
ya establecido modelo de edificio público abierto y
llamativo, que busca la mayor visibilidad posible y la
mayor multifuncionalidad posible, nosotros propo-
níamos un edificio envuelto en misterio, el cual es
necesario encontrar a través de un mapa y al que
solo se puede acceder llevando un libro. Estábamos
planteando un edificio que es público, pero al mismo
tiempo, secreto, que es un tipo de edificio público
muy atípico si lo pensamos, porque los edificios que
suelen ser secretos, como los edificios militares, no
son públicos.
Proponíamos actuar sobre la red de bibliotecas en
lugar de hacerlo sobre lugares aislados. Actuar sobre
la red como si de un organismo indivisible se tratara,
en lugar de crear bibliotecas aisladas. Consolidar la
red. Reinventarla. Ponerle una guinda. Una serie de
espacios que se complementan entre sí frente a una
suma de espacios repetidos.¿Es exactamente otra
biblioteca lo que necesitaba la red de bibliotecas de
Madrid? ¿Es posible imaginar un edificio público di-
ferente, más allá del patrón de arquitectura icónica
en el que parece haberse estancado la arquitectura
contemporánea?
En este proyecto, nosotros imaginamos un edificio
totalmente accesible, pero al mismo tiempo selec-
tivo, solo para personas con la curiosidad suficiente
como para encontrarlo. Como la puerta “solo para
locos” que encuentra Harry Haller por casualidad en
mitad de la ciudad en el libro “The Steppen Wolf”; o
como la puerta mágica oculta dentro del armario en
“The Chronicles of Narnia”, que solo podría descubrir
un niño, porque los adultos usamos los armarios de
una forma meramente funcional; o como la madri-
guera del conejo que descubre nuestra querida Ali-
cia y que conduce a un maravilloso mundo secreto.
Al final, lo interesante aquí no es nuestra propuesta
en sí misma, sino el hecho de que, efectivamente, a
los arquitectos nos queda un campo de investiga-
ción enorme dentro de la arquitectura pública más
allá de la opción muy muy pública que todos cono-
cemos.
Y explorar ese campo es nuestro privilegio.