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Tareas del médico general en la atención
forense
Principalmente, se debe contar con un plan de gestión de desastres el cual debe ser
iniciado por la entidad coordinadora de la operación, la cual en la mayoría de los casos
será la policía o las autoridades competentes de la región o del lugar que hayan sido
asignadas. Además, también habrá participación de equipos como el de gestión de
emergencias conformado por bomberos y ambulancias, al igual que de unidades de
rescate con personal enfocado en la búsqueda y salvamento, unidades de
investigación con investigadores policiales y servicios forenses. Deben establecerse
canales de comunicación bien definidos para facilitar las diferentes actividades. (OPS,
2016)
En este primer momento, el médico general y demás agentes deberán evaluar el
alcance de lo ocurrido de modo que puedan decidir qué recursos se necesitan y qué
procesos van a aplicarse para cumplir con la principal prioridad de las actuaciones:
rescatar a los sobrevivientes y reducir la pérdida de vidas humanas.
Usualmente, el profesional en salud debe disponer de ciertos elementos para proceder
al manejo de los sobrevivientes o cadáveres. (Ver Anexo 1).
¿Cómo es la planificación y coordinación?
La planificación debe ser iniciada por la dirección de emergencias, los funcionarios
sanitarios o policiales responsables o por los profesionales responsables del área de
medicina forense.
La coordinación previa es importante para:
- Evaluar la escala y el alcance de la respuesta necesaria
- Identificar cuáles son los recursos que se necesitan
- Coordinar con las agencias regionales/ nacionales responsables de la gestión de
cadáveres y el trato con los familiares.
- Reunir y gestionar la información sobre los cadáveres, las personas desaparecidas o
dadas por muertas y registrar la información sobre las personas desaparecidas en su
Formulario respectivo (Anexo 2) (OPS, 2016)
Imagen tomada de: Rodríguez, L. M. (2013). Importancia de la criminalística en el manejo de cadáveres
en las labores de protección civil en México. Revista Criminalidad, 55 (3): 337-350.
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