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48| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Uno: La desventaja es una ventaja
Hay otra alabanza que podemos decir del Sabiondo, que es que
antes de irse de su primer lugar se ocupó de encontrar primero
otro lugar. De esto podemos aprender algo importante: que
si uno quiere dejar su trabajo, no debe dejarlo así nomás sin
antes encontrar otro trabajo en su lugar. Y mientras encuentra
otro trabajo en su reemplazo, no deberá quejarse, sino que
deberá alegrarse con lo que le tocó y con el trabajo que tiene
ahora, y esperará con paciencia a que se produzca el cambio.
Luego empezó a trabajar para uno de los mercaderes. Se
acostumbra que los sirvientes pagos al principio trabajen por
poca paga y realices labores arduas. Entonces alcanzan el
nivel de sirvientes ya establecidos.
Vemos que estos modelos publicitarios también eran
sirvientes; si bien se los llama “sirvientes ya establecidos”, no
obstante son eso: sirvientes. Y algo para tener en cuenta: el
Sabiondo fue un sirviente en el camino a Varsovia, y ahora
que ya está en Varsovia, sigue siendo un sirviente…
Su empleador le dio de hacer labores arduas y lo enviaba a los
clientes, a llevarles las mercaderías, tal como se acostumbra
con los sirvientes. Ellos tienen que mantener los brazos en
alto, dejando caer las vestimentas por el brazo para que
los clientes las vean. Este trabajo le resultó muy difícil de
soportar. A veces tenía que subir muchos escalones con toda
esa carga y le resultaba muy pesado. Entonces pensó, ya que
era un filósofo muy inteligente: “¿Por qué voy a hacer un
trabajo así?
¿Desde cuándo el Sabiondo es una persona perezosa? Al
principio él apeló a su gran inteligencia y a su filosofía
profunda y decidió que este era un muy buen trabajo para él.
Entonces ¿cómo es que ahora no está dispuesto a esforzarse?
¿Por qué, apenas se enfrenta a la primera dificultad, cambia
| 33 niveles muy exaltados. que se le presente en el camino, y entonces podrá alcanzar también va a pasar con éxito cada fracaso y cada dificultad el mérito de pasar esta prueba de tener éxito con emuná,
de decisión? Él tendría que haber sabido que para llegar al
nivel que quería, iba a tener que esforzarse mucho y que poco
a poco podría ir subiendo de nivel…
Esto demuestra que el Sabiondo no actúa motivado por
un sincero anhelo de alcanzar el objetivo verdadero de
la vida sino por las pasiones de su corazón. Él tendría que
haber considerado su situación: “Si este es mi objetivo en la
vida, entonces es necesario que tenga paciencia y que vaya
subiendo gradualmente de un nivel a otro, hasta que alcance
lo que tanto anhelo. Y si no es mi objetivo en la vida, entonces
¿para qué dejé a los mercaderes? Tendría que haber pensado
muy bien antes de elegir esto, y no debería haberme dejado
llevar por las apariencias… E incluso si no lo pensé como mi
objetivo en la vida, sino solamente como una etapa en la forma
de ganarme el sustento, eso también es en cierta forma un
objetivo y también un motivo suficiente para tener paciencia
y estar dispuesto a esforzarme”.
Pero como el Sabiondo es un vendaval de confusión y pasiones
que se deja llevar en forma desenfrenada por lo que ven sus
ojos, es obvio que ante la primera dificultad o incomodidad,
de inmediato cambia de opinión y su visión del mundo se
transforma por completo.
Empezar desde abajo
En efecto, dado que el Sabiondo no tiene emuná en la
Supervisión Individual, le falta el rasgo de emuná que consiste
en “ser feliz con su parte”. Y por eso, cuando él ve que lo que
hace no lo transporta de inmediato a la cima, enseguida pierde
interés y no está dispuesto a esforzarse por ello. Este es un
error muy común – que la gente no está dispuesta a empezar
desde abajo sino que quieren tener éxito ya. De hecho, incluso
en lo que respecta a asuntos materiales, al tema del sustento
y demás, uno tiene que actuar con simpleza y ser feliz con
lo que le tocó. Tiene que ser constante y perseverante en el
camino que Hashem le puso y mucho más si ese camino lo