Page 212 - Marketing Farmaceútico | Gregorio Zidar
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 Un clásico de todos los años son los libros de Bagó, sobre temas diversos y ajenos a la industria. En este caso, lo que busca la empresa es instalar su imagen institucional. El visitador de la compañía le dejará al médico una obra literaria de interés, que le permitirá luego crear un ambiente ameno para la promoción de los medicamentos.
  | ¿Y el futuro?
Vivimos tiempos de cambios. La globalización, la aparición de internet y apara- tos tecnológicos cada vez más sofisticados (smartphones, tablets) hacen que cada vez se use menos papel (y además se cuida más a nuestro ya castigado medio ambiente). En este sentido, la literatura pierde cada vez mayor protago- nismo.
Los laboratorios ya casi no dejan folletos impresos al galeno. ¿Para qué querría uno que hable acerca de la fluoxetina o del sildenafil? El delegado lo utiliza sólo como “visual-aid”, es decir, como sostén bibliográfico sobre lo que dice.
En poco tiempo es probable que ya ni siquiera se utilicen los documentos como apoyo para el representante. Se puede lograr el mismo resultado mostrando la información en un teléfono o en una tablet: es más moderno, económico y ecológico. La literatura clásica, tal como siempre la conocimos, ha muerto.
Del mismo modo, y esto es una opinión muy personal, es cuestionable el uso de literaturas para recordar marcas híper reconocidas ¿Tiene sentido seguir publi- citando en un documento Amoxidal o T4, explicando sus beneficios y caracterís- ticas? Estas marcas tan populares deben seguir siendo intensamente promocio- nadas (¿o acaso Coca-Cola alguna vez abandonó la publicidad?), pero a través de otros medios: muestras médicas, gimmicks, auspicio en congresos, etc.
El folleto debería quedar solo para los lanzamientos y novedades (como una nueva presentación comercial). Por ejemplo, la realización de una bioequivalencia por parte de una empresa local es algo que debe ser comunicado en forma clara y con el respaldo bibliográfico correspondiente. También debieran transmitirse beneficios económicos para los pacientes (bono PAP, recetario solidario, etc.).
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