Page 480 - Marketing Farmaceútico | Gregorio Zidar
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dera su médico de cabecera, y como tal, hará consultas sobre distintos aspectos de su salud, como el colesterol, dietas, estilos de vida saludable, trastornos emocionales o dolores musculares.
No debemos olvidar que esta rama de la medicina trata personas mayores de 50 o 55 años, población que obviamente suele consumir mayor cantidad de medicamentos que los adolescentes. Todos estos factores confluyen para que el cardiólogo tienda a recetar gran cantidad y variedad de fármacos: su “poder” prescriptivo es indudable.
Puede ser que tengamos el corazón en perfecto estado, pero a veces nos in- quieta un poco: palpitaciones, respiración agitada al hacer un pequeño esfuerzo o dolores ligeros en el pecho. Quizá ha llegado el momento de comprobar con el profesional si realmente tenemos “la edad de nuestras arterias”. Pero de ahí se pueden derivar varios caminos, aunque intentaremos resumirlos en solo dos: productos propiamente cardiológicos (mercado primario) y ajenos a la especialidad (mercado secundario).
| Mercado primario y secundario
El mercado primario es sencillamente enorme. Basta con decir que la aspirina debe ser incluida en este segmento porque ayuda a reducir el riesgo de formación de coágulos. Los antiarrítmicos y los anticoagulantes son parte im- portante de este segmento, pero el mismo ha crecido de la mano de los antihi- pertensivos y los inhibidores de la ECA (enzima convertidora de angiotensina).
Son varias las moléculas que se recetan y generan mercados de millones de unidades: enalapril, losartán, valsartán, atenolol, entre tantas otras.
La persona que sufre una afección cardíaca suele ser, por su condición y edad, un paciente polimedicado. Es aquí donde introducimos el concepto de mercado secundario. Es probable que ese paciente reciba también normolipemiantes (ej. estatinas) para combatir altos niveles de colesterol o antiinflamatorios por algún dolor muscular. En ocasiones, este grupo de individuos requiera de antidepre- sivos y/o ansiolíticos para tratar trastornos emocionales, que muchas veces se derivan de tener un corazón enfermo.
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