Page 30 - Guía para la Cultura Emprendedora_Vol2
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Shh, me roban la idea.
No sé cuántas veces he dicho: “Nooo Yo pensé en hacer eso”, “¡le juro que yo había tenido esa
idea!”, “¿se acuerda que lo hablamos? pero no teníamos tiempo” (podemos reemplazar
tiempo con: dinero, ganas y convicción).
Estamos seguros de que esto no es una historia única, miles de personas repiten esto cada
día. Entonces, si sabemos que estaremos prontos a decir esas palabras y a los 5 minutos de
haberlas dicho vamos a sentir remordimiento, ¿por qué no actuamos? Dejemos que sea
alguien más quien las diga cuando nosotros lancemos el próximo mega invento.
Cada idea es valiosa, sí, pero es valiosa sólo para quien la piensa; no podemos ponerles un
valor económico a nuestros pensamientos. Esta es la primera regla al declararse “hacedor de
conceptos innovadores”.
¿Cómo que no? Pregunta constante, pero si tan solo tengo un concepto; el cual no he
probado, validado y no tengo ventas o al menos un prototipo que lo consolide, no tengo
nada. Un concepto que no puedo vender porque no se quién está dispuesto a comprarlo.
Es entonces cuando llegamos a la segunda regla, compartir tanto como podamos. Solo así
podemos llegar a un primer resultado, para asegurarnos que tenemos algo que sane el dolor
de los consumidores, algo que resuelva ese problema constante que tienen las personas, o
bien si somos los dueños de algo tan innovador que hará que en lugar de resolver una
carencia abra una nueva necesidad.
¿A quién debemos compartir? De la manera más sincera debemos decir que nuestra familia
y mejores amigos no son el público deseado para validar. Estas personas cercanas siempre
nos dirán que tenemos algo increíble entre manos, después de todo, ¿quién quiere
desanimar a sus seres queridos? Así que si queremos criterios un poco más certeros, busque-
mos personas con carácter y con la potestad de tomar decisiones en el medio al cual nos
dirigimos, personas con algo más que un buen proyecto detrás, y aquellos que no teman
decirnos lo que debemos oír.
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