Page 12 - COMPETENCIAS COMUNICATIVAS
P. 12

10


               Un  día  llegó  una  carta  que  hizo  que  mi  esposo  enfureciera,  no  podía  creer  que  se  estuviera

               filtrando correspondencia clandestina. Se trataba de las cartas que Heriberto Pérez le enviaba a


               nuestra hija Beatricita. Cuando revisó la correspondencia y vio el nombre, recordó a ese boticario

               que  cada  vez  que  lo  veía,  cambiaba  de  acera  y  caminaba  tan  rápido  como  pudiera,  no  podía


               creerlo, cómo había permitido que aquel hombre tuviera algo que ver con su hija. Desde afuera

               vi  cuando  se  encerró  en  la  biblioteca  con  Beatricita,  don  Antonio  sacudía  la  carta  y  mi  hija


               miraba pálida. Por un momento me concentré en los destellos de luz que entraban por entre las

               cortinas logrando dar con un efecto de arcoíris, sin embargo volví en sí y me reproché desviar mi


               atención,  entonces  volví  a  fijarme  en  el  movimiento  de  labios  que  me  permitía  identificar  la

               conversación.  Las  cosas  subieron  de  tono,  mi  esposo  derribó  un  meissen  que  había  sobre  la


               chimenea  y  Beatricita  salió  corriendo  hacia  su  cuarto  con  lágrimas  en  sus  ojos.  Ese  día  don

               Antonio no quiso culpar a nadie por lo que sucedía, sin embargo mandó llamar al médico para

               operarse  y  así  poder  casar  a  Beatricita  con  quien  lo  creyera  conveniente.  Pero  ya  era  tarde,


               debido al cólera y esfuerzo que había sentido su tumor estalló como un volcán, comenzaron las

               fiebres y los estertores de agonía, no valían de nada las pociones, ni los rezos, ni mi cuidado, él


               agonizaba  y  solo  repetía  un  nombre  Heriberto  Pérez,  ese  nombre  lo  llevó  a  la  locura,  logró

               convencer a mi hija de jurar que dejaría de hablar con aquel hombre, le hizo jurar que ni una


               carta de ruptura le podía enviar. Después de que Beatricita hiciera el  juramento don Antonio

               cerró sus ojos para siempre.



               En  el  cuarto  donde  jugaba  billar,  ubicamos  el  féretro  con  su  cuerpo,  lucía  con  un  aspecto

               rozagante y tranquilo, de muchas partes lo visitaron mujeres, grupos de hombres, monjas que


               seguían rezando, los campesinos que trabajaban con él esperaban en el jardín para el entierro.

               Así pasaron las horas, nadie se dio cuenta de que Beatricita había desaparecido, la buscamos por
   7   8   9   10   11   12   13   14   15   16   17