Page 12 - COMPETENCIAS COMUNICATIVAS
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Un día llegó una carta que hizo que mi esposo enfureciera, no podía creer que se estuviera
filtrando correspondencia clandestina. Se trataba de las cartas que Heriberto Pérez le enviaba a
nuestra hija Beatricita. Cuando revisó la correspondencia y vio el nombre, recordó a ese boticario
que cada vez que lo veía, cambiaba de acera y caminaba tan rápido como pudiera, no podía
creerlo, cómo había permitido que aquel hombre tuviera algo que ver con su hija. Desde afuera
vi cuando se encerró en la biblioteca con Beatricita, don Antonio sacudía la carta y mi hija
miraba pálida. Por un momento me concentré en los destellos de luz que entraban por entre las
cortinas logrando dar con un efecto de arcoíris, sin embargo volví en sí y me reproché desviar mi
atención, entonces volví a fijarme en el movimiento de labios que me permitía identificar la
conversación. Las cosas subieron de tono, mi esposo derribó un meissen que había sobre la
chimenea y Beatricita salió corriendo hacia su cuarto con lágrimas en sus ojos. Ese día don
Antonio no quiso culpar a nadie por lo que sucedía, sin embargo mandó llamar al médico para
operarse y así poder casar a Beatricita con quien lo creyera conveniente. Pero ya era tarde,
debido al cólera y esfuerzo que había sentido su tumor estalló como un volcán, comenzaron las
fiebres y los estertores de agonía, no valían de nada las pociones, ni los rezos, ni mi cuidado, él
agonizaba y solo repetía un nombre Heriberto Pérez, ese nombre lo llevó a la locura, logró
convencer a mi hija de jurar que dejaría de hablar con aquel hombre, le hizo jurar que ni una
carta de ruptura le podía enviar. Después de que Beatricita hiciera el juramento don Antonio
cerró sus ojos para siempre.
En el cuarto donde jugaba billar, ubicamos el féretro con su cuerpo, lucía con un aspecto
rozagante y tranquilo, de muchas partes lo visitaron mujeres, grupos de hombres, monjas que
seguían rezando, los campesinos que trabajaban con él esperaban en el jardín para el entierro.
Así pasaron las horas, nadie se dio cuenta de que Beatricita había desaparecido, la buscamos por