Page 34 - ¿Y si quedamos como amigos-_Neat
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             Asintió.
             —Será mejor que no le hables del próximo curso. Está paranoica con la idea de ir a
          la secundaria.
             Mientras me contaba la historia de la hermana de Emily, tomé notas mentalmente. Por

          lo visto, el viernes tendría que ir con pies de plomo. No sería como salir con Macallan;
          con ella podía hablar de casi todo.
             Bueno, excepto de cambios corporales.
             —Sí, ya lo sé, ella…

             Me callé cuando Macallan se quedó mirando la zona del rincón. Cuando me volteé,
          vi que un grupo de chicos grandes se estaba metiendo con el empleado que limpiaba las
          mesas del fondo. Lo señalaban y se reían de él. No supe por qué hasta que se dio media
          vuelta y vi que tenía síndrome de Down o algo así.

             —¿Esos chicos…?
             Me interrumpió.
             —Qué idiotas. No tienen por qué hacer eso.
             Estaba muy agitada.

             —¿Quieres que vaya a buscar al encargado? —me ofrecí.
             Macallan, sin embargo, pasó directamente a la acción. Se levantó y se encaminó al
          rincón.  Yo  vacilé  un  momento  pero  enseguida  comprendí  que  debía  seguirla  por  si
          necesitaba ayuda.

             —¿Hay algún problema? —les espetó a los tres chicos, que debían de tener unos
          dieciséis o diecisiete años.
             —Oh, ¿es tu novia? —preguntó uno.
             Estaba acostumbrado a oír esa pregunta dirigida a mí, pero esta vez se la formulaban

          al joven que limpiaba la mesa de al lado.
             —Ohhh  —otro  chavo  tiró  un  refresco  al  suelo—.  Será  mejor  que  limpies  esto,
          retrasado.
             —¿PERDONA?

             La voz de Macallan resonó por todo el local. La gente de la cola empezó a mirar en
          nuestra dirección.
             —No hablaba contigo.
             El otro se echó a reír.

             Ella se plantó ante la mesa.
             —Bueno, pues ahora sí.
             Los chicos soltaban risitas tontas y decían cosas que yo no alcanzaba a oír. Macallan

          golpeó la mesa con los puños. El tipo que parecía el cabecilla se sobresaltó.
             —¿Qué les pasa? —les preguntó ella, temblando con todo el cuerpo—. Este chavo
          está  aquí  trabajando,  sin  molestar  a  nadie,  limpiando  la  porquería  de  cerdos  como


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