Page 95 - Debate anti-utopico
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La izquierda desfigurada en los tiempos democráticos         95



                El colmo de los enredos ideológicos y las farsas políticas, tiene que
            ver con las turbias negociaciones de paz entre la guerrilla de las Fuerzas
            Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Juan
            Manuel Santos de Colombia. El gobierno castrista se ofreció a ser sede
            de las conversaciones, en medio de un ambiente de oportunismo cal-
            culado. Es sencillamente increíble. Sin embargo, debemos recordar los
            horrores y la cara sonriente, aunque no por la fuerza, sino movida por la
            verdadera alegría de Ingrid Betancourt, quien sufrió en carne propia el
             secuestro y la violencia inigualable de las FARC.
                Aunque la sencillez y un semblante redondo con arrugas le devol-
            vían la vitalidad luego que Ingrid fuera liberada, nadie debe olvidar los
             seis largos años con el sufrimiento rompiéndole el carácter. Aun así, la
            moral de Betancourt estaba incólume como para dar sus testimonios sin
            mentir. Uno jamás podía imaginarse ver a la ex candidata presidencial
            colombiana, repuesta y tan feliz al ser redimida el miércoles 2 de julio
            de 2008 después de su secuestro en el año 2002. Su liberación constituía
            un golpe político e ideológico para la izquierda armada, así como una
            oportunidad vital que demostraba al mundo la posibilidad de sobrevi-
            vir sin hacerse al héroe por medio de una resistencia violenta. Todo lo
            contrario, Betancourt sobrevivió con lo que más caracteriza a la especie
            humana: dignidad y temple del espíritu.
                Fue difícil hacerse a la idea de que los gestos tan humanos, sus pala-
            bras tan humildes, sencillas, directas, lejos de toda teoría o justificaciones
            absurdas de los revolucionarios de café y muy lejos también de los salones
            humeantes de cigarrillos, exageraciones y cobardías, podían tener tanta
            fuerza. Ingrid hoy está libre y es el ejemplo viviente de una sola lección
            para toda la izquierda latinoamericana y mundial que todavía añora los
            movimientos armados: la moral y la ética no están en la guerrilla, ni
            en la revolución violenta o las intimidaciones de un fofo socialismo del
             siglo XXI.
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