Page 96 - Debate anti-utopico
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96 Debate Anti - utópico
La verdadera moral se encuentra en la palabra puesta en el cora-
zón y en éste expuesto con lágrimas y espontaneidad como la sonrisa
de Ingrid Betancourt. ¿Son estas únicamente opiniones, una estúpida
farsa o un repetir del culto a la personalidad? Para nada, aunque nadie
sentiría la más mínima vergüenza de expresar admiración por la perso-
nalidad de alguien que vio por dentro y supo enfrentar a la izquierda
hipócrita armada.
Toda aquellos que se llenan la boca de bravuconerías sobre la trans-
formación de la sociedad mediante la revolución y el llanto maloliente
para reivindicar los cambios por medio de la brutalidad, son verdaderos
sepulcros blanqueados o enfermos mentales porque no se dan cuenta de
que la superioridad moral del ser humano no está en el marxismo, ni en
las estrategias de la guerrilla como método político para tomar el poder,
sino sencillamente en la venia de una mujer que aguantó los vejámenes
de varios pillos y delincuentes.
La izquierda latinoamericana necesariamente debe sentirse deshon-
rada con las acciones de las FARC y por ello también tendrían que
reconocer su profunda debilidad moral frente a la fuerza de lo femenino,
frente a la tormenta de peticiones para que los movimientos armados des-
aparezcan de una buena vez de esta tierra que ya tiene suficiente con las
farsas de varios pseudo héroes que únicamente fomentan la destrucción
de sí mismos y de lo poco que queda de honradez en la búsqueda de un
mundo mejor sin violencia.
Hasta la irremediable caída del Muro de Berlín en 1989, los comunis-
tas y representantes de la izquierda creían tener el derecho de propiedad
sobre los valores como justicia social, lucha contra la discriminación y
combate a la pobreza, como si todo el mundo tuviera la tonta obligatorie-
dad de etiquetarse con el rótulo de izquierda para no caer en el supuesto
conservadurismo de la derecha y el capitalismo salvaje.
Estas concepciones fueron una absoluta equivocación pues ninguna
tendencia política tiene el privilegio de atribuirse la herencia moral de la