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intermedios de la  humanística forma/a o ligeramente inclinada. Como último
              anali~1s J~bemo::., pues, recordar que Coluccio Salutati fue el inspirador de Poggio
              y de Niccoli,  y q11e el  primero de éstos inventñ la humanística, mientras que el
              segundo sin duda hizo lo mismo con la letra cursiva.
                 La humanística cursiva fue  privilegiada por los Mcd1ci  y difundida finalmente por
               los grandes libreros, corno Vespasiano da Bisticci, calificado por sus ron temporáneos
              como •príncipe omnium libroriorum f1orentinorum•.
                 Personaje intluyente y hábil comerciante, Da  Risticci desempeñó en cierto modo
               una función de agente artístico, contratando los servicios de los escribas con el fin
               de responder a la  enorme demanda de los aticionados, tanto en Italia como en el
               resto de  Europa. Según el  propio Vespasiano, cuarenta y cinco copistas ejecutaron
               bajo sus órdene& la asombrosa cantidad de doscientos volúmenes en menos de dos
               atios. Subrayc•mos que entre los manuscritos comercializados bajo su supervisión no
               se vislumbra ningun estilo espeCtfico, lo que tenderia a demostrar que nunca intentó
               guiar o formar a sus escribas.


               Maestro Palatino

               En la  coyuntura de esta primera tTutad del siglo xv, extremadamente propicia para la
               agitación de las ideas, la construcción de un nuevo orden intelectual era inminente.
               La  mayoría de las ccrtidlllnbres se hizo añicos como consecuencia de la  Retorma o
               de los descubrimientos geográficos y científicos. Finalmente, la  toma ele
               Constantinopla por parte de Mohamed ll en  1453 consagró este estado de hecho.
               Este período, convulso pero creativo, tenía una enorme sed de libros, y la imprenta,
               recientemente puesta a punto, se ocuparía de satisfacer esta necesidad. Pero era
               necesario saber leer y escribir. De esta otra demanda surge la moda de los libros
               concebidos por maestros de escritura que enseñan a escribir todo tipo de letras.
               Las primeras obras se editaron en Italia, país muy adelantado con respecto a todas
               las demñs naciones de Occidente. Estos volúmenes, editados la mayoría de las veces
               en octavo, proponían prinripios teóricos acerca del arte de la  buena escritura, así
               como in~trucciont:s técnicas ~obre el  tallado de la pluma y la preparación de la  tinta.
               Los prefacios y los comentarios SP componían generalmente mediante caracteres
               móviles y las  láminas de  ilu~>traciones se grababan en madera.
                 Sin embargo, después de 1550, el  bloque de madera cede el sitio al grabado al
               buril o talla dulce sobre placas de cohre, procedimiento más apropiado para
               reproducir la tlelicadeza ele  los perfiles y de los arabescos.  La obra de Giuliantonio
               Hercolani Essemplnre utiiP di tutte le sorti cli lettere, publicada en 1570, es el  primer
               ejemplo de esa nueva técnica.  En  lo:>  albores del siglo xvr, los libros de escritura se
               publicaban en gran nümero, prueba de una creciente demanda En  1509, apareció
               De Divina Proportione, de Luca  Pacioli, y en 1514, Theorica et Pratica de Modo
               Scribencb, de Sigismonclo fanti. Se  trata de tlos tratados sobre las proporciones de   Re11a1o de Gt!rhard Mercalor y una lclnlina
                                                                                             dt• cnncclfarescCI rorsiva de su nbrn Utt'rclfltllt
               las letras capitales romanas, claramente inlluidos por las teorías de Leonardo da
                                                                                             Lminantm, Amberes.  1 'i40.
               Vinci.  Le~ siguen los libros de Vicentino (1522), Taglientc (1524), Palatino y Mercator
               (1540), Vcspasiano Amphiareo y Juan de Yciar (1548), Cresci  (l56o) y el  de
               Augustino da Siena ( 1573). Algunos de ellos conocieron varias reimpresiones, pero
               l¡¡ obra que gozó de mayor éxito fue sin duda la  de Palatino: Líhro nuovo d 'imparare
               n scrivere (1540).  De ella  5e han contabilizado diez ed1ciunes sucesiva~, de las que lcl
               úluma (Venecia,  1588) lleva por título Compendio del Gran Volume.  Este éxito
               constituye una verdadera proeza. La edición de 1545, impresa por /\ntonio Blado y
               dedicada al  cardenal Ridolfo Pi o da Carpi, comprende  1 t o páginas, de las que 8o
               están grabadas en madera. En ella, el  autor presenta letras mercantiles de distintas






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