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91L-LOS GRANDES HOMBRES

guno, ni aún las despojaría de sus títulos de
reinas, pues no había ido a guerrear. por ene-
mistad contra el monarca persa, sino por dis-
putarle el Imperio de Asia.
Leonato, llevando consigo algunos solda-
dos, se encaminó a la tienda de las prin-
cesas, a cuyos criados dijo que las avisaran
de que estaban allí de parte de su rey, mas
ellos, creyendo al ver hombres armados, que
venían a matar a sus reinas, penetraron has-
ta donde ellas estaban, gritando :
-¡ Oh, señoras!·¡ No os mováis, que esa
gente viene a daros muerte!
Y las princesas, más aterrorizadas aún, no
sabían qué hacer; sino llorar y desesperarse.
Después de esperar largo rato sin que na-
die le guiase adentro, Leonato, impaciente,
dejó a sus soldados a la puerta, y penetró en
la tienda, causando su inesperada llegada re-
novados terrores.
Postráronse' a sus pies las princesas, cla-
mando:
-¡ Oh, extranjero, enviado del rey vence.;
dor ! Antes de quitarnos la vida, permitidnos
que sepultemos el cadáver de Darío a usanza
de nuestra patria, y moriremos gustosa~· d~~"