Page 39 - La Iridologia Ciencia o Espiritismo
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hipocrática era prácticamente enseñada y practicada entre los hebreos en
tiempos de Moisés y se encuentran citadas en documentos preciosos como lo es
la Biblia, prescripciones dietéticas y de medicina natural (Levítico caps. 11 y
13). Entre el pueblo, la medicina hipocrática estuvo relacionada con la vida
religiosa, y los sacerdotes tuvieron en sus manos, durante mucho tiempo, la
responsabilidad de su aplicación. Los hebreos no ignoraban tampoco la relación
que existía entre el estado de salud y la aparición de manchas en los ojos,
manchas que por otro lado consideraban ellos como signos de impurezas. En
efecto se puede leer, en el capítulo 21 del libro de Levítico de la Biblia, lo
siguiente: “Un hombre que tiene una fractura en un pie o en la mano, un hombre
jorobado o delgado, que tiene una mancha en el ojo, la sarna, una forunculosis
o los testículos destrozados, todo hombre de la raza del sacrificador Aarón
que tenga un defecto corporal, no podría aproximarse jamás a ofrecer al
Eterno sacrificio por el fuego; pues tiene un defecto corporal. Los iridólogos
de hoy en día, sabemos muy bien, que estas manchas toxínicas marrones que se
observan, incluso a ojo desnudo directamente, denotan una importante
“articulación” del organismo debida a los residuos o sedimentos
(fundamentalmente de ácido úrico y de colesterol)” (Guía y Practica de la Salud
Natural, págs. 19, 20, tomo 1)
“De los tiempos de Abraham, nacido en Ur (Caldea), se han encontrado
ya documentos sobre “la lectura de las enfermedades en los ojos”. E incluso los
padres de la medicina antigua nos hablan bien claramente de ellos, como por
ejemplo Hipócrates (460-375 a. C.), quien decía: “según son tus ojos, así está
tu cuerpo”.
“El alquimista y medico suizo Teofrasto Bombast de Hohenheim, más
conocido por Paracelso, que vivió entre los años 1493 al 1511 de nuestra era,
fue mucho más explícito al decir que; “Consideramos el ojo en la cabeza, con el
arte que estaba construido, en el organismo ha impreso tan maravillosamente
su anatomía en su imagen.” Con esta declaración empezamos a observar ya como
la ciencia parece desprenderse de las supersticiones.
“Ya en 1670 en su libro Physioghomia medica, el fisiólogo Meyens