Page 31 - El libro de Enoc
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multitudes estaban de pie ante Él y Él no necesitaba consejeros.
Y las santidades de los santos que estaban cerca de Él no se
alejaban durante la noche ni se separaban de Él.
Yo hasta este momento estaba postrado sobre mi rostro, temblando
y el Señor por su propia boca me llamó y me dijo: «Ven aquí Enoc y
escucha mi Palabra».
Y vino a mí uno de los santos, me despertó, me hizo levantar y
acercarme a la puerta e incliné hacia abajo mi cabeza.