Page 130 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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era, pero Anduin sabía que había atendido a un joven Varian Wrynn y él había dado a
           entender que tal vez incluso había servido a Llane Wrynn, el abuelo de Anduin, cuando

           él, también, era joven. Sin embargo, en la mente de Anduin, Wyll no tenía edad.


                    Él había sido viejo desde que el rey podía recordar, pero siempre había tenido la
           energía para seguirle el paso al joven a su cargo. Ahora, mientras Anduin contemplaba la
           figura tendida en la cama, sintió como sí todos los años de Wyll hubieran descendido

           sobre él al mismo tiempo. Su rostro normalmente rubicundo estaba pálido y sus altos
           pómulos que siempre lo habían hecho parecer distinguido ahora solamente enfatizaban
           sus mejillas hundidas. Recordaba haber notado que Wyll había estado perdiendo peso

           incluso antes de viajar a Ironforge. No había prestado atención entonces. No obstante, era
           como si el peso simplemente se hubiera esfumado de su alta figura. Parecía disminuido,
           muy pequeño. Frágil. Anduin sintió una repentina y avergonzada descarga de culpa.


                    —Wyll —dijo y su voz se quebró.


                    Los párpados del anciano, como hojas de papel y con venas azuladas, se abrieron.


                    —Ah  —dijo,  su  voz  aguda—.  Su  Majestad.  Por  favor  discúlpeme  si  no  me
           levanto. Les pedí que no lo molestaran.


                    Anduin acercó una silla junto a la cama de Wyll, buscando la mano nudosa.


                    —Tonterías —dijo—, me alegra que lo hicieran. Estarás bien en un momento.
           Wyll,  hasta  estado  aquí  desde  que  recuerdo.  Siempre  anticipando  mis  necesidades  y
           deseos como por arte de magia. Me has cuidado durante toda mi vida. Ahora deja que yo

           te cuide —respiró hondo y pidió por la Luz. De una sola vez, su mano se volvió cálida.

                    Pero para su sorpresa, Wyll hizo un suave sonido de protesta y apartó su mano.


                    —Por favor… no. Eso no será necesario.


                    Anduin lo miró fijamente.


                    —Wyll… Puedo sanarte. La Luz…


                    —Es algo hermoso y encantador. Y te ama, mi muchacho. Igual que tu padre.
           Igual que yo. Pero creo que es hora de que me marche.


                    El estómago de Anduin se cerró. Sabía que no podía devolver su juventud al
           anciano. Aunque no creía que eso estuviera más allá del poder de la Luz, si algo así fuera
           posible, no era garantía para los sacerdotes ni otros que usaran la Luz para sanar. Pero

           Anduin podía curar cualquier enfermedad que estuviera drenando la vida de su viejo
           amigo. Él podía deshacerse de dolores y achaques y rigidez. Wyll, aunque con renuencia,




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