Page 192 - WORLD WC Antes de la Tormenta
P. 192

aquellos que solamente iban de paso, venían a cantar canciones, contar historia o sentarse
           cerca del fuego con un tarro de cerveza. A veces abrían sus corazones a él o su esposa,

           Verina, mientras ellos ofrecían un oído comprensivo.


                    A  lo  que  Fredrik  Farley  no  estaba  acostumbrado  era  a  estar  frente  al  rey  de
           Stormwind.


                    Su primera reacción cuando se le presentó con la citación fue terror. Él y su esposa
           habían sufrido mucho para dirigir una posada legítima en Orgullo de León. Había estado

           en la familia Farley por años y había ofrecido infusiones a visitantes sedientos desde los
           tiempos del Rey Llane. ¿Alguien había presentado una queja por alguna riña reciente?
           ¿Los habían acusado de rebajar la cerveza?


                    —El  Joven  Rey  Anduin  tiene  una  reputación  amable  —había  dicho  Verina,
           tratando  de  alentarlos  a  ambos—.  No  puedo  imaginármelo  arrojándote  al  almacén  o
           cerrando nuestro establecimiento. Tal vez quiera hablar contigo acerca de alguna fiesta

           privada.


                    Fredrik amaba a Verina, lo había hecho desde que ambos estaban en sus veintes.
           Y ahora la amaba más que nunca.


                    —Creo que, si el Rey Anduin quisiera hacer una fiesta, tiene un bonito fuerte en
           dónde hacerla —dijo, besando su frente suavemente—. Pero quién sabe, ¿cierto?


                    La carta que el mensajero le presentó hablaba de un “asunto personal” y le pedía
           presentarse “a su conveniencia más pronta”. Eso, por supuesto, significaba buscar su

           abrigo  y  sombrero  después  de  la  rápida  conversación  con  su  esposa  y  acompañar  al
           mensajero de vuelta al Castillo de Stormwind.


                    Fue escoltado a la Cámara de los Ruegos. Era una habitación grande y austera.
           Alumbrada por lámparas y velas, incluía un área con una alfombra gruesa y lujosamente
           bordada y unas cuántas bancas además de una pequeña mesa al centro con cuatro sillas.

           Un noble con una barba elegantemente recortada y dos largas y entrecanas trenzas lo
           recibió, presentándose como el Conde Remington Ridgewell. Fredrik fue invitado a tomar
           asiento.


                    —No, gracias, mi lord… eh… Conde —tartamudeó. ¿Cómo se dirigía uno a un
           conde? —Prefiero quedarme de pie si no le importa —dijo.


                    —No me importa en lo absoluto —dijo el conde. Retrocedió algunos pasos y

           aferró sus manos detrás de su espalda, esperando.

                    Fredrik se quitó el sombrero y lo sostuvo, pasando de vez en cuando una mano

           por su cabeza calva. Esperaba que lo mantuvieran esperando durante un buen rato. Los


                                                           191
   187   188   189   190   191   192   193   194   195   196   197