Page 288 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Por ellos. Y por ellos —dijo, haciendo un ademán a los vivos aun moviéndose en el
campo.
—Sylvanas mató a su propia gente, Anduin —le recordó Genn—. No tú.
—Claro que lo sé, racionalmente. Pero no importa. No en mis huesos. Y no aquí
—Anduin apoyó una mano en su pecho durante un momento, después la dejó caer—.
Aquellos que perecieron en éste campo, lo hicieron porque el Rey Anduin Wrynn de
Stormwind les había prometido que estarían a salvo mientras se reunían con sus seres
queridos. Y ellos murieron por esa promesa. Por culpa mía.
La amargura en su voz fue cómo ácido. Genn, quien nunca la había escuchado de
él antes, se quedó en silencio. Después de un rato, Anduin habló.
—Has venido a sermonearme, obviamente. Adelante. Me merezco cada palabra.
Genn olisqueó y se mesó la barba por un momento, sus ojos en el horizonte.
—De hecho, he venido a disculparme.
La cabeza de Anduin giró violentamente, y no se molestó en ocultar su sorpresa.
—¿Disculparte? ¿Por qué? Todo lo que hiciste fue advertirme en contra de esto.
—Me pediste que observara. Así que lo hice. También escuché —señaló una de
sus orejas—. Los lobos tenemos una audición excelente. Observé sus interacciones. Vi
lágrimas. Escuché risas. Vi el miedo abrirle camino a la alegría —él mantuvo su mirada
en la gente de Stormwind honrando a sus muertos mientras continuaba hablando—.
También vi otras cosas. Vi a un guardia de Stormwind salir hacia éste campo. Habló con
una mujer renegada, su esposa o hermana, tal vez. Pero finalmente él sacudió la cabeza y
se alejó de ella, de vuelta a la fortaleza.
El ceño de Anduin se frunció en confusión, pero permaneció callado.
—La renegada bajó la cabeza y se quedó quieta un momento. Sólo… se quedó
ahí. Y entonces, muy lentamente, caminó de regreso a la Muralla de Thoradin.
Ahora Genn miraba de frente a Anduin.
—No hubo violencia. Ni… ira u odio. Pareció que ni siquiera palabras duras. Y
mientras esas reuniones felices fueron notables, extraordinarias, me pareció que eso era
mucho más importante. Porque si los humanos y los renegados podían reunirse, con tanta
emoción implicada, y discrepar, disgustar o incluso sentirse repelido él uno al otro, y
simplemente alejarse… —Greymane negó— todo lo que había visto de los renegados era
traición, engaño, y un hambre de acabar con la vida. —He visto a mi muchacho morir en
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