Page 32 - 100 años P. Cándido
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Esvin
Desde que era postulante había escuchado hablar del padre
Cándido, pues el padre Eliecer, quien fue mi formador en esa
etapa, me hablaba acerca de él, y me fue forjando un amor ha-
cia tan ilustre hermano. Leyendo un poco también sobre su vi-
da, le fui tomando aprecio y suscitó en mí,
deseos de conocerle a profundidad. Ahora
que recordamos el centenario de su natali-
cio, y estando en una de las casas que él
fundó y rodeado de muchas personas que le
conocieron y le trataron, la figura del padre
Cándido se ha convertido para mí, en ejem-
plo de fraile amigoniano. Con cariño me de-
cía una religiosa Oblata de 92 años, de
quien fuera su confesor, que ella lo definiría como “el santo
fraile lechero”; “Un padre General de la orden, que andaba con
botas de hule”. Mi experiencia de entrevistar a personas que le
conocieron me ha causado gran alegría y a la vez, mayor respe-
to y admiración.
Mi experiencia, sobre durante la recopilación de los
relatos que nos contaron nuestros hermanos mayo-
res de las diferentes Provincias acerca de nuestro
hermano, el Padre Cándido Martin Lizarraga y Fer-
nández de Arcaya, ha sido de un enriquecimiento, ya
que al escuchar la forma cariñosa con que se expre-
saban, y comentaban su paso por la congregación y
todo lo que hizo. Esto, me invita a revisar mi vida, a
la luz de este gran hermano que dio todo por el
Reino, desde nuestra Madre Congregación; por lo
que además, me invita también a imitar -en la medi-
da de mis posibilidades-, todo lo positivo, para po-
Carlos nerlas al servicio del Reino de Dios, específicamente
con la juventud extraviada.
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