Page 6 - SERES
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Ine Lanfranchi - Fernando Molinari


               Como les decía, yo un día los vi. Saltaban de rama en                                ché decir una noche en la rama donde descansa mi sillón. Yo
            rama esquivando el humo de los escapes de cada auto que pa-                             descubrí que son tramposos y tienen sus juegos perversos con
            saba el límite. Tenían grandes orejas con las que escuchaban                            la finalidad de colocarnos pruebas:
            lo que decíamos y así saben quiénes se quedarán para probar
            una nueva vida y quienes están solo de paso. Los primeros                                 -Acá tenemos reglas propias -decían unos.
            son los que les interesan.                                                                -Empecemos -les contestaban otros.
               Generalmente no se los ve, pero los describiré para que se
            los imaginen. Son muy pequeños, delgados, con torso ágil,
            piernas finas y flexibles, que les permiten saltar y caer sobre                           Y luego de la señal, de su mochila de hojas verdes, cosida
            un suspiro de rama. Como miran quién entra y quién sale,                                con hilos de cortaderas, sacaron espinas que colocaron en el
            desarrollaron ojos grandes y prominentes para observar con                              camino de los peregrinos. Las hay de todos tipos, formas y
            atención de búho a quienes se mudan y deciden encarar una                               tamaños, unas estrelladas como Alfa Centauri en medio de la
            vida en San Luis.                                                                       noche, llamadas amores secos; otras son alargadas como gu-

               Cuando deciden entrar en acción, de uno solo se hacen                                sanos de seda y pinchudas como abrojos de prendas de vestir,
            muchos, infinitos, como la realidad de una galería de espejos.                          esas quedan pegadas en todos lados; otras son con curvas como
            La mayoría de nosotros no podemos verlos (yo lo logré aún                               uña de hechicera y otras como las agujas de zapatero. Pero ellos
            no sé por qué motivo). Les aseguro que se hacen tantos que                              van de a poco. Esa noche empezaron con las más sutiles.
            hasta diría que los árboles son todos ellos.                                              nadie sabe, como los que vivimos o estuvimos alguna vez
               Y así, siguen de rama en rama, como diminutos barones                                en San Luis, lo molestas que son sus espinas. Quedan en las
            rampantes, los vehículos cargados de equipaje y los camiones                            zapatillas, ojotas, pantalones, buzos y ni hablar cuando se in-
            de mudanza hasta la casa que habitarán las personas. Sin ser                            crustan en los ponchos y las camperas. Las tenemos presentes
            vistos, construyen su hogar en los árboles de aquellos nuevos                           a cada instante. ¿Sacarlas? Sí, es posible, claro, ahí contamos
            vecinos. Se tiñen del color del follaje y abren mucho más sus                           con la ayuda de los nacidos en las sierras, ellos nos pasan los
            ojos, agrandan sus orejas, agudizan los oídos y las narices                             secretos en cada sorbo de mate con burrito.
            se expanden para sentir aromas de transpiraciones nerviosas,                              Así desarrollamos infinidad de técnicas y las ropas quedan
            perfumes de verdaderas alegrías y de colonia putrefacta de                              como nuevas. A mí me pasó y cada tanto me sigue pasando.
            oportunistas. Así, transformados, comienzan a merodear las                              Miro a los árboles satisfecha cuando los logro vencer… pero
            casas de los recién llegados y vibran con sus actos.                                    ellos se ríen hasta la campanilla, siempre quieren tener la úl-

               Saben que no puede quedarse cualquiera en cualquier                                  tima carcajada, por eso las espinas vuelven a aparecer y hay
            momento. San Luis elige. Todo debe ser exacto. Se los escu-                             que volverlas a quitar. Así los guardianes establecen un dia-



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