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7:00 a.m.  hora en que empezaban la primera clase,  era un día

                  muy importantes ya que conocería a las personas con las que iba

                  a compartir de ahí en adelante el resto de mi vida universitaria.


                  Al  entrar  a  la  universidad  lo  primero  que  vi  fue  al  portero
                  pidiendo  el  carnet  estudiantil  que  me  representaba  como

                  estudiante de esta universidad, me puse nerviosa de inmediato,

                  no lo encontraba en mi bolso, pensé que no me dejarían pasar y
                  desde  el  primer  día  ya  iba  a  perder  clases.  “Siempre  tan

                  irresponsable” me dije.  Pero recordé que lo tenía en el bolsillo de

                  mi pantalón, casi lo pierdo. ¡Que distraída!

                  Cuando por fin pude entrar seguía un tanto nerviosa y perdida,

                  buscando a donde caminar encontré una escalera, cuando subía

                  me  di  cuenta  que  un  poco  delante  de  mi  vi  a  una  joven  que
                  seguramente se encontraba igual de primípara como yo. Intente

                  caminar  un  poco  más  de  prisa  para  alcanzarla  lo  que  me  fue

                  imposible,  ya  que  ella  también  caminaba  apresurada  y  pude
                  notar que se dirigía al mismo salón donde era mi primera clase.

                  Al instante pensé que si ella había entrado yo por qué no, las dos

                  íbamos tarde, ya teníamos algo en común.


                  Cuando abrí la puerta inmediatamente todas las miradas estaban
                  puestas en mí, estaba fría. El profesor me dice “Llegas tarde, que

                  no se vuelva a repetir, tomar asiento”.  De inmediato pensé que

                  este sería el profesor que me haría la vida imposible en primer
                  semestre.


                  Bueno era algo así como premeditar algo que probablemente no

                  sería  así,  de  cualquier  forma  ya  me  encontraba  demasiado

                  nerviosa como para seguir de pie, me dirigí hacia la única silla
                  que estaba desocupada, y pensé, no ha de ser tan mal día, pues
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