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El profesor da por terminada la clase e inmediatamente todos

salen con la mayor prisa posible, pero yo me quedo sentada

esperando la siguiente clase y viendo como cada uno sale solo
del salón o simplemente en sus celulares. Estaba un poco

distraída cuando escucho un zumbido, pensé que no era a mí a

quien llamaba, pero al alzar la mirada, era una vieja conocida.
Ya sabía que había pasado en la universidad y que iba a estudiar

lo mismo, lo que no me imagine que también estaría en mi salón

o esas cosas. Me levante, la salud y comenzamos a burlarnos del
vergonzoso momento que había pasado minutos antes, pero lo

bueno fue que no fui la única, ella me conto que antes habían

llegado personas igual de tarde y el profesor fue igual de grosero
y antipático.

El día lo pase con ella, Vanessa Vega. Una joven morena,

pelinegra, 17 años, un tanto pequeña de estatura pero tierna, y se
veía un poco intelectual. No era la única persona que conocía,

había dos ex compañeros del colegio que también estaban en el

salón, pero no tenía ninguna relación cercana con ellos,
simplemente los salude amablemente y ya. Así transcurrieron las

otras dos clases, con la diferencia que los profesores fueron más

amables y simpáticos, eso sí hablaron hasta decir no más.

Era muy exagerado decir “¡Qué día tan largo!” pero es que sentí
la mañana eterna, sin importar que salí a las 12:00 p.m., fue

mucho tiempo, las clases eran muuuy extensas.

Al llegar a casa estaba un poco ansiosa por contarles a mi madre

y a mi novio como me había ido. ¡Fue mi primer día en la
universidad! no lo podía creer.